The transgenerational effect: when the in-describable becomes in-conceivable

Alejandra Perinotti Di Croce
Psicóloga – Psicoterapeuta Psicoanalítica. Dirección Postal: c/ Iparraguirre 54, 48010 – Bilbao

RESUMEN

El paciente, mediante su malestar, expresa una realidad psíquica que está influida y vinculada a la realidad y al funcionamiento psíquico de sus ascendientes.
Dentro de lo amplio que es el tema de la transmisión de la vida psíquica, se hará referencia a cuando ciertos funcionamientos psíquicos de los miembros de la familia no hacen posible que las historias estén simbolizadas, apareciendo como contracara el actuar, lo corporal y el vacío (o la apariencia) como posibles vías de expresión de una dificultad de simbolización.
En éste artículo se ofrece, mediante una articulación entre material clínico y un hilo conductor conceptual, una manera de pensar, entender y abordar la influencia, presencia y modos de transmisión de vivencias de generaciones anteriores en el cuadro que presenta el paciente.

PALABRAS CLAVE: Transgeneracional, Transmisión de la vida psíquica, Trauma, Identificación alienada, Desidentificación.

ABSTRACT

Patients in discomfort express a psychic reality, which is influenced and bound to the reality and psychic behav-
iour of their forebears.
Within this broad topic regarding the transmission of
psychic life, we will explore the psychic behaviours of certain family members and how they hinder the symbolization of events. We consider the performance, body language and the emptiness (or appearance of) as something negative and able to convey a problem of symbolization.
In this article, integrating clinical material with a conceptual thread, we offer a way of thinking, understanding and approaching the presence, manners and influence of the transmission of behaviours from previous generations within the context of patients.

KEY WORDS: Transgenerational, Psychic life transmission, Trauma, Alienated Identity, Misidentification.

…Mi agradecimiento a Amín y su familia por la confianza… mas allá de avatares resistenciales, me han permitido que transite junto a ellos por momentos muy difíciles y dolorosos, haciendo posible que se abran mil puertas en mi pensamiento…

INTRODUCCIÓN

Freud en Totem y Tabú (1913) expone: “…si los procesos psíquicos no se continuaran de una generación a la siguiente, si cada quien debiera adquirir de nuevo toda su postura frente a la vida, no existiría en este ámbito ningún progreso ni desarrollo alguno”
Esto nos permite pensar que cuando un paciente está frente a nosotros expresando, de la manera en que puede, su malestar, expresa una realidad psíquica que está también influida y vinculada por la realidad y el funcionamiento psíquico de sus ascendientes.
Inmediatamente, nos surge una pregunta; ¿Cómo saber esa parte de la historia que no pertenece directamente a la vida del paciente, pero que es clínicamente relevante en la organización o des-organización psíquica que presenta? ¿Cuáles son los medios, los caminos de los que se vale una generación para transferir a las siguientes sus estados psíquicos?
Freud, a lo largo de toda su obra, habla en numerosas ocasiones de la transmisión de la vida psíquica y lo hace de diferentes maneras. Dentro de lo amplio que es el tema, voy a referirme, en el presente artículo, a cuando ciertos funcionamientos psíquicos de los miembros de la familia no hacen posible que las historias estén simbolizadas, es decir, debidamente sentidas, pensadas y metabolizadas para volverse relato, memoria viva, apareciendo como contracara el actuar, lo corporal y el vacío (o la apariencia), como posibles vías de expresión de una dificultad de simbolización.
En primer lugar presentaré el material clínico, para articularlo posteriormente con el hilo conductor conceptual que me ha posibilitado ir pensando el caso.

PRESENTACIÓN DEL CASO

Amín, tenía 19 años cuando lo llevan a mi consulta. Residía en otra provincia, donde había iniciado sus estudios universitarios. En el transcurso de su estancia participó de innumerables manifestaciones y protestas, algunas de ellas violentamente reprimidas por las autoridades policiales llegando a ser golpeado en un intento de contención de la muchedumbre. Amín me manifestó que por entonces se venía sintiendo cada vez más extraño, no sabía qué hora era, dónde estaba, que había que hacer. Recuerda que era su amigo quien lo guiaba y él simplemente le seguía. Posteriormente el amigo comienza una relación amorosa, dejando ese lugar de “lazarillo” y quedando Amín sin cobertura.
Con la llegada del período estival retornó a la casa familiar, donde sus padres preparaban un viaje al extranjero, lugar donde el debía acudir posteriormente para reunirse con ellos.
Cuando sus padres ya estaban fuera y tras unas fiestas, su grupo de amigos comenzó a observar en él comportamientos extraños, le llevaron a un hospital, donde emiten un diagnóstico de “Trastorno psicótico no especificado” pautándole medicación.

Tenía su primera cita un día tropical, característico de la zona. Tocó el timbre diez minutos antes de su hora. Vestía con atuendos abrigados y su aseo personal estaba un tanto descuidado. Presentaba una marcada rigidez corporal, mirada perdida y sus momentos de silencio transmitían una sensación de enorme vacío, parecía estar desconectado. Comentó lo siguiente: “Tampoco me parece que sea para tanto lo que todos me dicen que tengo… solo fue un mal momento… Tenía un amigo con el que éramos como hermanos, estábamos lejos… pero él cambió… yo me apoyaba en el…”. Le pedí que me hablara de esos malos momentos, tras un largo silencio me responde: “todos me empezaron a rechazar… me miraban mal… no sabía ni qué hora era… ni qué curso tenía… es que yo me apoyaba en él… éramos como una pareja”, “Era el primer año que salía de casa, siempre he estado atado a mis padres y quería independizarme… ahora tengo que viajar hacia donde están ellos y no sé si quiero… siempre obligado… pero se van a enfadar si no voy…” Refería además, cierto enfado con tomar la medicación pautada por la psiquiatra: “…son tóxicos y generan adicción…”
Los silencios, incluso ante mis preguntas, eran muy prolongados, las respuestas no siempre coherentes: ¿qué ocupaba su cabeza?, ¿me escuchaba?, ¿entendía lo que le preguntaba?

A la segunda entrevista llega cuarenta minutos tarde, cuando le pregunté qué le había sucedido, me miró sorprendido y me respondió con toda naturalidad: “nada… es que no uso reloj”. En ese corto encuentro, también me comentó problemas para recordar cosas, la sensación de estar distraído…. ¿Era una asociación o manifestaba dos funcionamientos mentales que se ignoraban mutuamente? ¿Había unidad psíquica? ¿Era posible el ejercicio de un pensamiento claro y de una actividad asociativa?
Contratransferencialmente sentía que Amin necesitaba cobertura-contención-recogimiento de tanto dolor y soledad, me daba la sensación de un joven solo en medio del naufragio de su psiquismo.

El viaje para reunirse con sus padres era inminente por lo que le sugerí que si le apetecía podía anotar en un cuaderno cosas durante el tiempo que no nos veríamos y que luego las retomaríamos para pensarlas juntos. No me respondió nada.

Por la inmediatez de su partida fue imposible concretar otro encuentro. Preocupada, establecí contacto telefónico con sus padres para presentarme. Me atendió el padre, quien se manifestó enormemente extrañado por: “Lo que dicen” sobre cómo está su hijo: “no entiendo… si estaba bien… hay cosas en las que no pisaba la tierra pero son cosas de juventud… que idealizan situaciones. Quizás se descompensó por dejar de comer carne… No sé… o igual esto tiene que ver conmigo… pero no sé…esto es un mal sueño…

Manifestaba con insistencia la necesidad de que su hijo realizara el viaje. Lo que decía revestía gran interés, pero un contacto telefónico no era el medio más adecuado para profundizar en lo que él me estaba comentando. Yo me preguntaba: ¿Quién es quién?, era evidente la confusión, pero también manifestaba cierta delegación en el hijo, dificultad para afrontar lo que la estaba sucediendo y un discurso centrado en la realización del viaje, que obturaba el poder preguntar por las condiciones en las que se encontraba Amín. Ciertamente este viaje, no era uno más para la familia, estaba centrado en una necesidad, un momento interno del padre, en cierta medida un intento de elaboración de una parte de su historia.

Le comenté que había estado muy poco con Amín, pero que claramente podía transmitirle que no estaba en condiciones de manejarse solo y cuidarse adecuadamente, mucho menos de realizar una odisea de aeropuertos.
Tres meses después, iniciado ya el ciclo lectivo, se pusieron en contacto nuevamente.

PRIMERAS ENTREVISTAS CON LOS PADRES

Los padres de Amín son de diferentes culturas. Viajando por el mundo, el padre conoce a su mujer en medio de un inexorable proceso migratorio por razones políticas y laborales. En las primeras entrevistas comentaron lo siguiente:

Madre: muy ansiosa, angustiada “Ahora estamos más tranquilos… desde que la psiquiatra le quitó los medicamentos… eso no nos gusta… además le engordaban… está lento de reacción y creo que era por eso, no nos esperábamos esto en las vacaciones…”, “Por un lado siempre me ha parecido autosuficiente… conseguía todo lo que quería… nos llenaba la casa con pancartas reivindicando lo que pedía (se miraron de manera cómplice y sonríen)… pero como madre siempre he sentido que había algo que no iba bien… empezó a beber a los 12 o 13…” ¿Asociaba en el curso de la entrevista o era material escindido?

Padre: “no sabemos qué pasó… siempre ha sido un chico de muchos recursos y personalidad… muy autónomo… en grupos de riesgo… pienso que puede haber sido un consumo de drogas… pero bueno… no a todos lo que fuman marihuana les pasa lo mismo… la pelea con el amigo o una descompensación por lo alimenticio… No sé… siempre ha sido de fiestas pero como en los estudios iba muy bien las alarmas no saltaban” (parece que el criterio de salud de la familia se relacionaba con el rendimiento académico). “No tendría por qué tener esto… salvo que sea por lo mío… lo de mi historia… no sé qué tiene que ver… pero me dijeron que tiene que ver”, “aún no he hablado de lo sucedido (en relación a la descompensación de Amín) necesito que él me dé pie… sino es algo impuesto y sin sentido… no creo que hablar solucione. El nunca me pregunta nada de lo que yo hago o hice… y cuando le quiero transmitir porque creo que son cosas importantes me responde con indiferencia… Es lento… dejado… no cuida su cuerpo… yo a su edad jugaba mucho al fútbol”.

Respecto a la llegada de Amín al mundo, comenta la madre que en realidad el deseo fue suyo a lo que el padre agrega: “… yo no necesitaba hijos para estar a gusto… no soy de esos que están desequilibrados por no tener hijos…
El nacimiento de Amín y sus hermanos fue en casa: “… Queríamos todo natural, pero en el nacimiento de otro de los hijos el parto se complicó… Amín presenció todo porque quería… lo pidió… pero tuvimos que ir urgente a un hospital y Amín a casa de los abuelos…

Sobre el desarrollo de Amín la madre refiere dificultades con la alimentación, se solía ir con la gente con mucha facilidad, enuresis secundaria… El padre dice no recordar casi nada de eso… algunas cosas sí, pero no con la misma intensidad que ella. Pero él tenía un recuerdo grabado que le angustió mucho: “…Con cuatro años tenía un amigo y fue a sentarse a su lado, pero antes se sentó otro… recuerdo haberle visto el dolor en su cara…” Es curioso su recuerdo, nuevamente me pregunto ¿quién es quién?, ¿cuánto de él, de sus propias vivencias infantiles había en la interpretación de exclusión, rechazo y dolor que hace de ese recuerdo?

También me cuentan como se habían dado en la familia patologías psiquiátricas con ingresos, consumos de drogas y alcohol.

El padre no hablaba prácticamente de su historia familiar, era capaz de construir un relato a partir del momento en que emprendió el proceso migratorio, daba la impresión de que su historia hubiera comenzado a partir de ahí. Pero ¿y antes? ¿Y la relación con sus propios padres, hermanos, abuelos…?

¿Qué pasó para que Amín tuviera esta fractura tan grande? Daba la sensación de ausencia en la sesión, enorme vacío, falta de contacto con sus emociones, dificultades para pensar. Sus contestaciones eran una cáscara discursiva enmascarada en disertaciones de derechos e igualdades. Esto que ponía en palabras ¿era de él… había elaboración propia, o tomó del entorno familiar aquello que se valoraba y desde donde se garantizaba un lugar de reconocimiento y pertenencia?, ¿era una forma de que sus padres vean algo de él? Si era así, a un precio altísimo.

¿Qué pasaba con los padres? ¿No vieron nada? ¿Por qué se fueron de viaje? ¿Por qué no volvieron cuando se enteraron de lo que sucedía? ¿Por qué se enfadaban tanto con cada persona que les devolvía cómo estaba realmente Amín?

Hasta aquí el material clínico, ahora me gustaría poder trasladar un hilo conductor de conceptos que me han permitido ir pensado aspectos del caso.

BREVE RECORRIDO POR EL DESARROLLO DEL PSIQUISMO

La vida psíquica de todo recién llegado al mundo se construye en interrelación con la psiquis de quienes le rodean y estos, a su vez, están marcados por sus ascendientes. Pero, cuando la realidad psíquica de los padres modela la de los hijos, nunca es de forma pasiva.

Freud en Tótem y Tabú (1.913) hablando de la transmisión expone: “una parte de la tarea parece estar a cargo de la herencia de predisposiciones psíquicas, pero, necesitan de ciertos impulsos en la vida individual para poder desarrollarse”.
Los deseos, el yo, las prohibiciones internas, las normas superyoicas, todo se va armando en un intercambio con otros. De este modo, las manifestaciones que se van presentando en el desarrollo de las personas tienen que ver con una historia que nunca es solo de él sino que involucra a otros.

Como dice Beatriz Janín (2004): “Hay multiplicidad de historias, marcas del placer y del sufrimiento que van abriendo recorridos, constituyendo el yo como organización representacional inhibitoria del libre fluir pulsional, posibilidades ligadoras y traductoras, se entramarán en diferentes avatares de la estructuración psíquica”

Nacemos con un organismo, pero el psiquismo es un espacio a crear. Y esta creación se da a través de las vinculaciones. La realidad interna se establece mediante el interjuego de las pulsiones y las respuestas a las mismas por parte de la realidad externa (Tizón, 1995). El niño depende de los padres para su propia supervivencia física y psíquica. Aquí reside la importancia del estado psíquico de esos “otros” que serán quienes atiendan las necesidades y las vayan significando en el intercambio con el bebé.

En la paternidad se activa algo profundo, que son las relaciones con los propios objetos internos. Es por ello que los padres tienden a “repetir” con los hijos las marcas que sus propios padres dejaron en ellos.

René Kaës (1995) dice: “La realidad psíquica se transporta, se desplaza o se transfiere de un sujeto a otro, entre ellos o a través de ellos, ó en los vínculos de un conjunto, sea que en este pasaje la materia psíquica se transforme o permanezca idéntica”.

Se podría decir, que en el caso de funcionamientos más neuróticos, la materia psíquica se transforma. Los acontecimientos históricos que tienen que ver con lo afectivo ocurrido en las generaciones precedentes, han sido atravesados por el efecto de la contención, la puesta en palabras, el pensamiento, han sido significados, por lo tanto simbolizados. En el caso de la psicosis o de funcionamientos con elevados elementos o núcleos psicóticos la materia permanece idéntica (1).

Para que pueda realizarse este trabajo de significación es fundamental la presencia de la función de RÉVERIE, entendida como la capacidad de mantener una conexión intuitiva con el bebé para satisfacer tanto sus necesidades físicas como psíquicas. Y para que esta función se dé de una manera adecuada tiene que haber alguien en función paterna. Una presencia que contenga y que a la vez separe a la madre del hijo, rompiendo el mensaje dual: “tú lo eres todo para mí/yo lo soy todo para ti”. Esta dinámica es fundamental en lo que se refiere a la cualidad y calidad de lo que se transmite.
¿Qué pasó en el caso de Amín?, Podemos pensar, a partir de la información brindada por los padres, que no se ha dispuesto de una adecuada capacidad de réverie: él es deseo de su madre, y su padre se erige en una especie de donador de lo biológico, estuvo físicamente, pero con muchas dificultades en lo emocional. No ha operado idóneamente como tercero, con una función paterna sólida. Estar físicamente pero no en función es confusionante. ¿Hay quizás una identificación con el hijo?, ¿es lo que él hubiera deseado tener? El tipo de vínculo establecido con su esposa hace que prácticamente ninguno pueda operar en función para excitatoria (2) para Amín, asumiendo éste un importante nivel de responsabilidad y quedando expuesto a situaciones muy traumáticas desde la primera infancia (3).
Hay una enorme dificultad con los límites, con los que son posibilitadores y estructurantes, con los que ayudan a pensar. Aquí no había prohibición al servicio del desarrollo.
Amín desde muy pequeño ya expresaba de diversas maneras su sufrimiento: dificultades con la alimentación, se iba fácilmente con cualquiera (paradójicamente se descompensa con su separación de los padres y del amigo), enuresis secundaria, comienza a beber en grupo con 12 años. La expresión del sufrimiento, malestar y necesidades estaba, pero Amín no encontraba quien lo recogiese y significase adecuadamente; la madre se angustiaba y quedaba impotente, el padre le decía que
quizás estaba exagerando. Amín se encontraba así con la impotencia y la incomprensión de los adultos de los que dependía por etapa evolutiva, cargando con sus propias dificultades y con la de los padres. Su psiquismo se iba constituyendo en este entorno. ¿Cómo puede pensar alguien que no ha sido pensado?
Por cuestiones históricas de ambas familias, y aún siendo de orígenes diferentes, el sentido de vida era “la protesta y la reivindicación”. Amín lo entendió y desde pequeño, cuando quería conseguir cosas colgaba carteles en casa, la fascinación y simpatía que este gesto generaba en los padres (en realidad un espejo o reflejo de sus conductas) hacía que se esfumaran los “NO” necesarios, sin caer en la cuenta de las consecuencias que implicaba para Amín. Los padres, desde sus propios dolores y experiencias traumáticas no elaboradas, asociaban poner límite con autoritarismo.
¿Qué criterio de realidad sólido se puede construir en un sin límite? Amín presentaba una falla a nivel de pensamiento y un cuerpo no cuidado y expuesto al abandono por la dificultad para poner límites de los adultos, pero él reduplicaba esa situación exponiéndose a contextos violentos. Esta situación se encontraba aceptada y fundamentada por personas inteligentes, bajo un discurso de Derechos Humanos impecable y críticas al sistema de enorme coherencia, que se trastocaba hasta adquirir un trasfondo delirante. En tanto su hijo sufría, se fracturaba, pero ellos no le podían recoger, había una imposibilidad de salirse de ese discurso.

Como dice Grimberg (1977), “existen ciertas filosofía de vida que pueden provenir tanto de las partes sanas como del sector enfermo de la personalidad”…. “a través de la mismas se busca salidas a conflictos y necesidades individuales”…. “están cargadas emocionalmente y representan objetos internos a través de cuyos ojos el sujeto ve el mundo”…..“Tienen que ver con situaciones de la primera infancia, en relación con actitudes emocionales del niño frente a sus padres y otras personas que le rodean”.

Amín recibió una herencia; su filosofía de vida, que era la de sus padres. Pero ellos: ¿desde dónde la eligieron?
Esos elementos de su historia familiar, Amín, tenía que re-encontrarlos, volverlos vivos, re-elaborarlos, apropiárselos y entretejerlos en la propia historia. Pero para eso era necesario que pudiera pensarlos y pensar-se el ante los mismos: él no era sus padres. Amín actuaba lo impostado en su psiquismo, lo que nos hace pensar que sus vacíos no eran tales, que su psiquismo estaba lleno, invadido, pero de cosas no representadas.

En el devenir psíquico a través de las generaciones aquellas vivencias de abuelos, padres, es decir de los ascendientes, que no pudieron ser pensadas, habladas, integradas, que han quedado como “in-decible”, se manifiestan, en las siguientes generaciones como “im-pensable”. Evitar esos contenidos no significa que dejen de existir y de operar. Más allá de los mecanismos de defensa, indecible o impensable no es igual a inexistente y todo aquello que no se integra debidamente, se actúa o se somatiza.

Freud en Tótem y Tabú (1.913) comenta: “no existe posibilidad alguna de que las mociones anímicas sean sofocadas a tal punto que no dejen tras de sí fenómeno residual alguno (…) nos es lícito entonces suponer que ninguna generación es capaz de ocultar a la que sigue sus procesos anímicos de mayor sustantividad

Así la transmisión de padres a hijos puede ser pensada como el modo en que reaparece en los hijos lo desestimado, lo desmentido y/o lo reprimido.

Ahora bien, ¿Cómo se da el proceso de lo “in-decible” a lo “im-pensable”, que es el que le da nombre a este artículo? Para explicarlo voy a centrarme en algunos aportes de Tisseron (1995), quien reflexiona en torno a la filiación de los traumatismos no superados.

FILIACIÓN DE LOS TRAUMATISMOS NO SUPERADOS

Un trauma puede entenderse como un exceso que el psiquismo no puede tramitar. Cuando en una generación, después de un traumatismo (4) no se hace un trabajo de elaboración psíquica, resulta en consecuencia un clivaje, una escisión, que va a constituir para generaciones posteriores una verdadera prehistoria de su historia personal.

El acontecimiento origen de lo traumático en cuestión puede denominarse: INDECIBLE, en la medida que está presente psíquicamente en aquel o aquellos que lo han vivido, pero de tal manera que no pueden hablar de ello (hay representación mental y de palabra).

En la generación siguiente, la de los hijos criados por padres que portan un traumatismo no elaborado, clivado, escindido, estos deben tratar no ya con una experiencia traumática personal, sino con eso escindido del o de los padres. En ellos se instala una parte de eso escindido que afecta al psiquismo en su conjunto. Los acontecimientos que corresponden a la generación precedente y que están en el origen de esta configuración psíquica ya no son para ésta generación “indecibles”. Para ésta generación se han convertido en: INNOMBRABLES, es decir, que no pueden ser objeto de ninguna representación verbal. Sus contenidos son ignorados y su existencia es solo presentida e interrogada. En esta generación y en las siguientes los relatos construidos por los niños sobre los acontecimientos familiares que ignoran, tienen una modalidad diferente a lo que Freud (1.909) explicita en la novela familiar de los neuróticos. No se trata de las reminiscencias de aquello que se encuentra reprimido, simbolizado y que es sustento para la fantasía, sino de lo que quedó escindido, no integrado ni metabolizado (5).

En la tercera generación, en la de los nietos, los acontecimientos se han vuelto: IMPENSABLES, se ignora la existencia misma del secreto que pesa sobre el traumatismo no superado. El niño y luego el adulto que llega a ser, puede percibir en sí mismo sensaciones, emociones, imágenes o potencialidades de acciones que le parecen bizarras y que no se explican por su propia vida psíquica o por su vida familiar. Es decir que después de la tercera generación los traumatismos pueden subsistir y manifestarse de forma incongruente. Se expresa la huella que quedó, pero no hay representación psíquica de la misma, ha quedado como lo vivido pero no pensado, no hay un efecto de metabolización ni de transformación. Lo que queda son agujeros, vacíos, fallas, al no haber re-traducción.

Estos tres conceptos; lo Indecible, lo Innombrable y lo Impensable, son enriquecedores, si los tomamos y los pensamos no como un proceso tajante o determinista, sino como un proceso en gradiente, el material se va degenerando, deteriorando, y esto da cuenta de las fallas en generaciones anteriores. Cuando hay una falla a nivel de la representación psíquica, se deteriora la capacidad de pensar y a cambio se recrudece el actuar y lo somático.
Esto lleva a retomar el concepto de lo secreto.

¿CÓMO ENTENDER “EL SECRETO” O “LO SECRETO”?

Piera Aulagnier (6) Lo vincula tanto a lo que escucha el niño respecto a lo traumático como a la ausencia de palabras en torno al mismo.

Según Tisseron (2006) Cuando se habla de “lo secreto” o “el secreto” no se hace referencia a la gravedad objetiva del suceso traumático, sino a la imposibilidad del sujeto para elaborarlo. Lo importante no es el trauma mismo, sino las múltiples estrategias empleadas por las generaciones sucesivas para acomodarse a él.

Grimberg (1977) habla de mensajes paradójicos o dobles mensajes. Generando sensación de incongruencia entre lo que se observa, se siente y verbaliza. Esto a veces moviliza la actividad imaginativa pero está vedada la representación verbal, no pudiendo el niño simbolizar ni poner en palabras, tal y como les sucedió a sus padres.

En el caso de Amín, tenemos un padre que no puede hablar de su propia familia, puede hacerlo a partir de determinada edad, sobre lo que ha podido pensar y decir, sobre sus protestas, ideales y reivindicaciones, (es cierto también que se fue creando a lo largo del tiempo un espacio social para hacerlo) pero, ¿Qué hay detrás de esos contenidos que, por otro lado, son los que su hijo no tolera? ¿Quizás Amín con sus síntomas deja ver la
angustia de esa parte que su padre no puede verbalizar de su vida? ¿Él también vivió lo no dicho o secreto?
Por el funcionamiento que presentaba Amín y al hilo de “lo secreto” se podría pensar que había elementos, situaciones que habían sido bien percibidas, pero había una profunda necesidad de transformarlas porque no sabía qué hacer con ellas. ¿Por qué no se hablaba de sentimientos, de la familia paterna, de ese familiar con patología psiquiátrica?

Decía en una sesión: “… sé que mi abuelo murió cuando yo era chico pero no sé por qué mi padre nunca quiere hablar de su familia” Yo le invitaba a que me cuente lo que se imaginaba, pero no había capacidad de fantasear sobre eso, quedaba obturado.
Un progenitor atrapado por acontecimientos traumáticos del pasado está poco disponible para su hijo. Amín estaba confrontado con la necesidad de simbolizar las emociones y los comportamientos enigmáticos del progenitor.

Para Faimberg (2006) (7) el secreto no trata de un contenido específico, sino que es una organización, una interpretación de lo no-dicho en la que:

  • Se ponen en juego aspectos de la historia de los padres.
  • El paciente desconoce cuánto le incumbe esa historia.
  • Son relatos que se van entretejiendo en el marco de la transferencia que se ignoran y sorprenden.2

Ahora bien, ¿Cómo se da o cuál es el mecanismo por el que se produce la transmisión de contenidos psíquicos?
Para responder a esta pregunta me centraré en el concepto de Identificación como vínculo entre las generaciones y por ende vía regia de la transmisión psíquica.

LA IDENTIFICACIÓN COMO MODO DE TRANSMISIÓN

¿Cómo se desarrolla éste proceso? El desamparo inicial que tiene el ser humano es indispensable para comprender como puede el narcisismo parental injertarse en el niño. El investimiento de los primeros momentos, en los que la mirada de la madre refleja lo maravilloso de su hijo (o no), incidirá posteriormente, en la mirada que éste tendrá sobre él mismo.
Esto determinara qué tipo de relaciones objétales se dan: Relaciones de objeto estructurantes, que son aquellas en las que se posibilita una progresiva separación y los padres pueden ver al hijo como otro diferente. O relaciones que no están al servicio de la estructuración, son de carácter más narcisistas, en las que el bebé o el niño deben realizar aquellas operaciones que los padres no han hecho, debido a que son vividos como una prolongación de sí mismos. En éstas últimas, no se tolera nada del otro que no produzca placer, se funciona en lo dual. En “Pulsiones y destinos de la pulsión” (1915) Freud habla de la lógica del narcisismo regulada por el principio del placer displacer: cuando el sujeto experimente displacer tenderá a atribuirlo al no-yo (odia, rechaza y expulsa aquello que le da displacer) y se apropiara de aquellas cuestiones que le generen placer.

Desde esta conceptualizacion habrá que analizar cual de estas dinámicas ha operado:

  • Identificaciones estructurantes, “hay un yo y un tú” y esto está siempre al servicio del crecimiento.
  • Identificaciones alienadas, patológicas o adhesivas en la medida que su causa se encuentra en la historia del otro y lo que existe es “yo soy como tú” (quieres que sea).

Mientras Amín pedía las cosas con pancartas, tal como ellos lo hacían en su vida, había simpatía, reconocimiento y hasta fascinación, pero en el momento en que el se manifestaba con algo que les rompía la ilusión de una prolongación, lo que aparece es un no-reconocimiento, a pesar del nivel de sufrimiento que portaba. No se encontraba suficientemente investido, había un fallo en la narcisización que obstaculizaba la adecuada integración y registro del cuerpo y el pensamiento. Era un hijo que los decepcionaba si no hacía lo mismo a lo que ellos se encontraban adheridos.

En este caso, hay un padre muy preocupado y centrado en sus logros y momentos internos, convocando a los demás a que se adapten a sus necesidades, pero también un entorno que le respondía. Tenía dificultades para implicarse de manera afectiva sólida con su mujer y con sus hijos, impedido de contactar con el nivel de sufrimiento de Amín, y cuando se le devolvía algo hacía tope.
Sintió que Amín no estuvo a la altura acompañándolo en un momento tan importante de su vida, vivía la descompensación como una traición. Este viaje obedecía a un intento de elaboración: consistía en hablar y compartir con otros su experiencia de sufrimiento y de supervivencia (sacar fuera la tragedia), pero probablemente fue solo una tentativa porque, dadas las circunstancias, no dejaba de ser compartir una parte de su historia pero a costa de dar la espalda a lo más profundo y roto en el mismo, que quizás era lo que se reflejaba en la situación de Amín, éste se había convertido en su alter ego insoportable. El lenguaje, la creatividad y el despliegue intelectual, en este caso, estaban utilizados al servicio de la seducción o ¿evacuación? Porque a la hora de hablar de los sentimientos, sufrimientos, tristezas lo decía con rotundidad: “no creo que hablar solucione…” Había una buena percepción de la realidad cuando dice: “yo no soy de esos que se sienten desequilibrados por no tener hijos”: efectivamente tenía serias dificultades para reconocer a un “otro”. Eso era lo que lo desequilibraba. Se imponía su realidad, una neo-realidad y todo aquello que la cuestionara significaba la más profunda e intolerable de las heridas.

En el caso de la madre de Amín, yo sentía que registraba y contactaba más con el sufrimiento de su hijo, sin embargo, con tan alto nivel de angustia que no podía hacer otra cosa que quedarse mirando a su marido, que se mostraba desubicado… (Quizás en eso consistía el equilibrio de la pareja). Por otro lado, el máximo terror era que su hijo fuera portador de una patología mental grave similar a la de algún familiar cercano.
Como dice René Kaës (2006): “En la atracción entre dos seres humanos del uno hacia el otro, cada uno busca en el otro un eco de su propio impensado personal y familiar”.
Así, Amin no era “rechazado” solamente por ser diferente, sino sobre todo (y paradójicamente) porque su historia era solidaria con la de sus padres y con todo lo que ellos no aceptaban en sus propias regulaciones narcisistas.
No había espacio psíquico para que Amín desarrollara su propia identidad, libre del poder alienante del narcisismo de sus padres.

DESIDENTIFICACIÓN: YO NO SOY TÚ.

El proceso de identificación alienada congela al psiquismo en un siempre, poniendo en evidencia un tiempo circular repetitivo en el que hay un psiquismo sometido a cuestiones que lo alienan y no le pertenecen (Faimberg 2006). Estas identificaciones que no son solo a un objeto sino a ciertos atributos de la historia secreta, estarán marcando la forma de relacionarse, desenvolverse y/o “manejarse” con lo escindido. No hay mensajes explícitos, sino que consiste en cómo se posicionan ante el decir y el no-decir de las situaciones.
En el re-encuentro con Amín, transcurrido el verano, observé que seguía presentando rigidez, movimientos lentos, mirada perdida y largos silencios. Para mi sorpresa vino con un cuaderno. Los relatos estuvieron centrados en los recorridos políticos que hicieron por diversas zonas. Mostraba mucha energía hablando de los bombardeos, guerras y petróleo… energía que se agota o acalla cuando mis preguntas le implican subjetivamente en esas actividades, daba la sensación de un slogan político sin ningún sustento simbólico que le permitiera crecer o alimentarse en esas ideologías.
Pero también se puede comenzar a hablar de otra temporalidad, que es la que se va tejiendo en la transferencia: dispositivo bajo el cual se va conociendo la historia “secreta” y se pueden ir modificando los efectos que tienen sobre el yo esas identificaciones.

Amín, un día comentó en sesión, que había sido una semana en la que estuvo en dos manifestaciones, le pregunté que reivindicaban, quedó pensativo y me respondió: “no sé…no recuerdo bien” Le dije “ah! Entonces de lo que se trata es de que me opongo!” y nos reímos los dos. Luego de un silencio responde: “pensado así…”, “no sé qué pasó pero me volví anti todo”. De eso se trataba, de comenzar a pensar lo vedado, lo im-pensable, pensar-se desde otro lugar.

HISTORIZAR LAS IDENTIFICACIONES

Si bien desidentificación es un concepto muy amplio, me gustaría que lo pensemos en este caso, desde el punto de vista de hacer historia de esas identificaciones. Trabajo que posibilita integrar aspectos escindidos que conduzcan a una diferenciación yo-tú. Permitiendo pensar y descubrir qué es del otro y qué del propio paciente, qué quiere, qué siente, pero también qué beneficio secundario puede tener el paciente posicionado en ese lugar.

La filosofía de vida que circulaba y se transmitía en esta familia era la protesta y reivindicación. Depositaron el objeto perseguidor fuera, en la realidad social ¿Cuánto del objeto interno está puesto fuera en un intento de tenerlo controlado? El mecanismo permanente era proyectar aquello con lo que no podían: no podían entristecerse, no podían añorar, en definitiva había una dificultad de hacer duelos. A cambio aparece una huída hacia adelante, una negación maníaca.
La protesta, tiene mucho componente agresivo y poco depresivo, mucha proyección y poca reflexión. Si el enemigo está permanentemente fuera, no se asume la propia agresividad. No hay espacio a pensar ¿yo que estoy haciendo con esa realidad o en esa realidad?, ¿qué otras cosas puedo hacer? Había que replantear el posicionamiento subjetivo de ¿qué quiere o espera el otro de mí? por el ¿qué deseo yo?

Con Amín comenzamos a hablar de otras persecuciones y enfados, los que el sentía de sus padres que hablaban de su gordura, lentitud motriz e intelectual…
A: “siempre diciendo cómo jugaba al fútbol a mi edad… que vamos al monte… que el cuerpo es para toda la vida…”
T: “Parece que su padre no se da cuenta que Ud. no es él… que puede desear, sentir y hacer otras cosas diferentes…
Sólo en la medida en que se puede contactar con el dolor, afrontar los sentimientos, se puede integrar, si no siempre será persecutorio. Proyectar de esta manera elimina la posibilidad de hacer algo con esa realidad.
A raíz de algunas circunstancias que le permitieron conocer vivencias de su padre en épocas anteriores me comentó lo siguiente:
A: “me eche a llorar y no sé por qué… su exilio… sus raíces ahí… una vida totalmente diferente… fuera de su historia… creo que lo entiendo… me pasó lo mismo cuando estuve fuera… casi sin raíces…mi amigo lo mínimo… Eso de vivir lejos no es sano”.

Había que trabajar para que no cargara con la historia del padre y pudiera discriminar la suya propia, quizás con ciertas similitudes, pero no igual. Amín también estaba viviendo “fuera de su historia” y debía recuperarla.
En este sentido, podríamos pensar en la descompensación en momentos de protestas, hacinamiento y violenta intervención policial (similares a las condiciones que vivió su padre) como una repetición en la segunda generación, pero también quizás como un intento de desidentificación pero sin una base sólida en el psiquismo para hacerlo de una manera más organizada.

Tiempo después empezaba a expresar “me siento atrapado… ya no vale huir…tengo la necesidad de valerme por mí mismo” (Son esbozos de desidentificación).

CONCLUSIÓN

Faimberg (2006) transmite que cuando un tipo particular de identificaciones se historizan, se piensan, el paciente adquiere la posibilidad de situarse en relación con la diferencia de las generaciones.
Bajo la escucha que se da en la transferencia, las identificaciones mudas pero actuadas dolorosamente en lo cotidiano, se hacen audibles y entendibles por las construcciones interpretativas. En la medida que Amín conservaba como filosofía de vida la fidelidad ciega con la historia de la familia no podía hacer frente a las situaciones particulares y únicas que le tocaba vivir. Ese exceso de reivindicaciones le llevaba a quedar expuesto físicamente a situaciones de riesgo y a la fractura de su propia vida psíquica.

Poder compartir y trasmitirle a Amín lo que él mismo decía pero a veces no escuchaba, las contradicciones, los huecos de su discurso, posibilitó quizás un continente para ir poniendo cosas en diferentes sitios, pero fundamentalmente que comenzara a discriminar qué significaba e implicaba esa solidaridad con la historia familiar incluso para su propia autoconservación. Amín debía nombrar para poder identificar qué le venía dado por la historia de sus padres y poder separarse. Lo que conlleva todo un trabajo de duelo por la decepción y el dolor de encontrarse con unos padres que no veían ciertas cosas y que quizás nunca podrían hacerlo, es soportar la desilusión del objeto que falla, que es limitado.

Pero, es importante señalar, que si bien el camino a construir era largo y dificultoso había elementos en su psiquismo sobre los cuales hacerlo. Por ejemplo: Amín apareció con el cuaderno, fue capaz de tomar algo que el objeto le dio en esos mínimos encuentros. Se quejaba de ir a terapia, llegaba tarde o temprano (luego empezó a usar reloj) pero en los meses que trabajamos faltó dos veces y siempre anticipando que prefería ir a tal festejo o que no quería tomar la medicación pautada porque quería beber el fin de semana “veamos qué haces Alejandra con esta pancarta que te cuelgo”, “¿me pondrás límite?

El encuentro con lo analítico es satisfactorio en tanto permite una fecundidad psíquica, poniendo en contacto el pensamiento con los sentimientos como una vía para la transformación del mundo interno. Fundamentalmente, es un espacio que implica función de tercero que pone orden posibilitando una diferencia de sexo y de generaciones, para que Amín pudiera así, hacer la puesta en escena pero de una historia propia y utilizarla a favor de su crecimiento psíquico.
Finalmente, al decir de Enríquez (2006) “el sujeto podrá reencontrar sus palabras gracias a las cuales podrá escribir su propia versión de una historia que se le había prohibido conocer y memorizar” y así pensar, nombrar, decir… aquello que en la repetición ciega solo destruye.-

Notas

(1) Aquí, sería pertinente volver a mencionar que nada puede pasar de manera idéntica, algo siempre añade el nuevo sujeto, aunque ese “algo” añadido siga circulando como un material sin sentido o bizarro.

(2) Función de filtro que hacen los adultos entre el mundo externo y el niño para atemperar las estimulaciones que el infante por etapa evolutiva es incapaz de tramitar.

(3) Nos podemos imaginar lo intramitable que fue para un niño presenciar un parto que además se complica, y en el que desaparecen los padres y el bebé por unos días. Escena absolutamente dramática y potencialmente traumática.

(4) Un duelo patológico puede adquirir la cualidad de experiencia traumatizante.

(5) Micheline Enríquez (2006) establece una diferenciación muy interesante entre la Novela Familiar del Neurótico, caracterizada por el movimiento imaginativo, creador, que favorece una actividad fantasmática, en la que se pone en juego la pulsión de investigación. En ella el material que circula es favorecedor de la dinámica, pues su cualidad tiene que ver con los vínculos simbólicos de parentesco, la diferencia de sexos y generaciones. Aquí operan predominantemente mecanismos como la represión y el retorno de lo reprimido. En cambio, en la Filiación Imaginaria Delirante, bajo una cubi- erta de novela familiar se establecen teorías sexuales infantiles que contradicen verdades biológicas en los lazos de parentesco y filiación, generándose una interpretación truncada de la realidad con el fin de mantener el ideal de la ilusión. En este caso se ponen en juego fundamentalmente la renegación y la idealización extrema.

(6) Citado en: Janin, B. (2004) Niños Desatentos e Hiperactivos. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas

(7) Faimberg (2006) desarrolla el concepto de Telescopaje de las Generaciones que es la condensación de tres generaciones que aparecen en las iden- tificaciones que el paciente revela en la transferencia.

Bibliografía

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