Mabres, Mercè
Psicóloga clínica. Fundación Eulàlia Torras de Beà. Barcelona.
Sesión clínica presentada en el CSMIJ (Centro de Salud Mental Infanto Juvenil) de la Fundación Eulàlia Torras de Beà, el 8 de enero del 2008. Barcelona
Los medios de comunicación, movidos por el sensacionalismo que a menudo les caracteriza, hablan de cierta alarma social ante el uso masivo de las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), pero aún no existen investigaciones que corroboren dicha alarma o la adicción que pueden producir. Se habla de una prevalencia del 6 % en la población general (Talarn, 2007). En la clínica tenemos la oportunidad de observar el uso que los adolescentes hacen de la comunicación ciberespacial, principalmente correo electrónico, chat, MSN y los juegos de rol en línea, ya que a veces va más allá del tiempo destinado al ocio e invade la mayor parte del que disponen para estudiar, colaborar en casa, encontrarse personalmente, etc. También constatamos el grado de supervisión y criterio de los padres, a menudo sobrepasados por avances frente a los que tienen poca facilidad de comprensión, acceso y manejo.
El ciberadicto se puede encontrar en cualquier grupo social y edad, si bien los de más riesgo son los siguientes (Talarn, 2007):
- Los adolescentes, por las características propias de su momento evolutivo: omnipotencia, tendencia a depositar en otros la causa de sus problemas, poca experiencia de la vida y, sobre todo, de la etapa en la que se encuentran, dificultad para reconocer adicciones sutiles, necesidad de verificarse, de experimentar identidades a la búsqueda de la propia, curiosidad, impulsividad, atracción por la inmediatez y sensación de normalidad delante de conductas de riesgo, cuando hay cantidad de iguales que las practican, como pasa por ejemplo con el consumo de cannabis. A todo esto se añade la gran facilidad que tienen para hacer servir tecnologías que les permiten gozar de las inmensas oportunidades lúdicas interactivas que la red les ofrece.
- Los estudiantes universitarios, por la facilidad para conectarse en facultades y residencias.
- Las personas que atraviesan situaciones estresantes, especiales o de pérdida, tales como separación o divorcio; las que buscan conocer gente, estimulación sexual…
- Las personas con trastornos psiquiátricos y/o de personalidad, exalcohólicos, exadictos, etc.
- Personas con determinadas características de personalidad: baja autoestima, sentimiento de falta de adecuación, desaprobación, infelicidad, inseguridad, tendencia a fantasear, timidez, falta de habilidad social y propensión a crearse una personalidad ficticia. Estas personas pueden tener un comportamiento más desinhibido a través de la cibercomunicación e incluso es posible que desarrollen personalidades compensatorias que no se atreven a llevar a la práctica en la vida real.
- Inexpertos que se inician en el medio.
En esta presentación quisiera compartir con vosotros la experiencia en la observación del uso del Messenger y de los juegos de consola o en línea, ya que, progresivamente, vamos viendo el papel lúdico de Internet en la vida de muchos adolescentes que tratamos en la consulta; la fuerza y la atracción que despiertan los videojuegos, el Messenger y diferentes blogs y páginas de la red; la dificultad para ponerse límites y gestionar el tiempo para que no invada el que se dedica al estudio, el deporte, la familia y las relaciones personales, más allá del ámbito escolar, etc. Desde el uso estimulante de la comunicación rápida y cómoda –desde casa– hasta el uso abusivo o dependiente.
A menudo los padres nos expresan su preocupación por las horas que el adolescente pasa delante del ordenador y por lo que le cuesta dejarlo. Todo eso crea crispación e irritación: el adolescente se siente contrariado e invadido, y los padres se sienten impotentes a la hora de poner límites a su hijo, porque resulta difícil negociar sobre una cosa que quizás no conocen, pero que tiene mucha fuerza y ejerce un gran magnetismo sobre el adolescente.
Las tecnologías de la información y la comunicación son herramientas que, como indica su nombre, han sido creadas para informar y comunicar, pero su diseño atractivo, inmenso, inmediato… es susceptible de afectar a la voluntad de control, cosa que, juntamente con otros factores personales y ambientales, facilita la conducta adictiva (estudio Universidad Ramon Llull, 2006-07). El abaratamiento de los costes de conexión, las mejoras tecnológicas y la llegada masiva de ordenadores personales a las casas ha provocado un crecimiento exponencial del número de usuarios. Internet, móviles y videojuegos ocupan un espacio importante en el proceso de socialización e infl uyen en comportamientos y actitudes. Son experiencias comunicativas que permiten emociones de pertenencia, control, poder, aceptación, bienestar e intimidad que pueden ser también compensatorias de sentimientos de insatisfacción respecto a si mismo. La mayoría de los adolescentes se conectan desde sus hogares y la mitad tienen ordenador propio, con conexión personal a Internet; el resto se conectan desde la escuela, la biblioteca o el cibercafé. Las chicas son más afi cionadas al Messenger y los chicos a los videojuegos de las consolas o del ordenador, con los cuales también pueden jugar en línea.
Las habitaciones de los adolescentes de las clases medias y altas constituyen un microcosmos en el que el ordenador es el epicentro. Cuentan, o aspiran a que así sea, con el equipamiento suficiente en recursos de entretenimiento y comunicación que casi implicaría no tener que salir de casa o con no tanta frecuencia como antes. El PC con Internet les permite informarse, ver películas, televisión, grabar DVD, bajar música, jugar con los videojuegos y juegos en red, retocar fotografías, crear un blog o página personalizada, visualizar e interaccionar con las de otros, mirar y colgar vídeos en la red para que sean vistos y comentados (como los que salen en el portal YouTube), comunicarse por videoconferencia… y, evidentemente, chatear en el Messenger como chat privado en el que el adolescente decidirá las personas que quiere agregar formando una habitación virtual generalmente muy llena de gente, agrupada en diferentes grupos: amigos del verano, de la escuela, de alguna actividad, etc.
En los blogs se muestran fotografías que hacen referencia a aficiones, símbolos, consejos y a algún aspecto de la vida personal de manera más o menos simbólica. Todo eso a la espera que otros opinen y respondan con comentarios y fotos. Llama la atención que en tiempos de medidas, en algunos casos tan estrictas, a la hora de preservar la confidencialidad, haya tanta exhibición como la que se puede ver ahora mismo en la red.
Por otro lado, se está abriendo entre los jóvenes una fractura que va más allá del acceso digital: los que hacen servir las nuevas tecnologías y los que no las tienen o no quieren tenerlas, que son los menos. Se trata de estar dentro o fuera: quien no está en Internet, no tiene móvil, no maneja las nuevas tecnologías, pasará a abultar la lista de los que pierden oportunidades, tanto laborales como relacionales.
Un pequeño apunte para decir que dentro de la gran diversidad de posibilidades que ofrece Internet, para algunos es el medio ideal donde exponer y difundir ideas no permitidas o que rozan la ilegalidad en muchos países. Es el caso de las 300 páginas webs neonazis en Alemania y 1.400 en todo el mundo que aprovechan la facilidad de comunicación que ofrece la red para descargar su odio y hacer proselitismo. Suelen ser webs alojadas en servidores extranjeros, y se da la circunstancia que los EUA es el país más tolerante con las webs intolerantes. También hay webs peligrosas, como algunas relacionadas con la anorexia, otras que promueven el suicidio, la condena al infi erno, las sectas con la finalidad de captar adeptos dentro de la red, así como varios foros en los que se vierten opiniones, a menudo no corroboradas por profesionales.
Se definen las ciberaddicciones y las socioadicciones en general como trastornos de dependencia vinculados a actividades humanas diversas, pero que no comportan la ingesta de sustancias químicas. Se observan cuando la persona queda invalidada para hacer las cosas cotidianas de su vida y necesita hacer de manera imperiosa aquella cosa determinada para estar bien. Estos serían los síntomas frecuentes en adolescentes que pasan muchas horas en Internet, cuya intensidad aumenta gradualmente:
- Pasa muchas horas conectado.
- Pierde la noción del tiempo, y es difícil establecer el límite entre el uso seguro y el uso adictivo.
- Es incapaz de interrumpir la conexión; sus palabras más habituales son “un minuto más”, “ahora voy” …, acompañadas de una gran irritabilidad.
- Descuida el aspecto, pierde horas de sueño y altera los hábitos de alimentación porque come deprisa para volverse a conectar.
- Utiliza Internet para obtener satisfacción inmediata y huir de los problemas.
- Todo gira en torno a la realidad virtual que focaliza toda la atención en detrimento de otras cosas.
- Se produce fracaso escolar y abandono de los estudios, así como pequeños robos para comprar consolas, juegos o jugar en cibercafés.
En estos casos el adolescente siente que Internet es el único lugar donde puede sentirse bien, pero a la larga aparecen la soledad y la reducción del bienestar psicológico.
Hace pocos días unos padres me hablaban de su único hijo –Fabio–, que con 14 años está siempre en casa, es muy reservado, no muestra interés, ni le preocupa nada. No quiere salir nunca con ellos, ni tampoco con los amigos. El padre le propone hacer juntos algún paseo en bicicleta pero él lo rechaza porque no quiere que nadie le vea con casco por la ciudad, cosa que el padre considera primordial para ir de forma segura. Se pasa los fines de semana estirado en el sofá viendo la televisión o jugando con la consola. A veces pide que el padre juegue y éste se esfuerza en juegos de fútbol, en los que el chico le gana. Si le proponen ir al cine, incluso eligiendo él la película, les dice que vayan solos. No invita amigos a casa, ni tampoco le invitan a él. Se ha hablado de la salida que la escuela hará a la nieve y se niega rotundamente a ir, no pudiendo explicitar los motivos. Los padres tampoco son capaces de pensar qué le debe pasar, sienten que si no se explica ellos no saben y que, si le fuerzan, no están dejando que sea él mismo. Siempre se han sentido muy irritados por este hijo que les ha obligado a estarle encima de manera continuada y que ha reaccionado con una actitud de pasotismo ante todo.
Últimamente ha ido cogiendo dinero de sus abuelos a escondidas, en pequeñas cantidades hasta llegar a tener lo suficiente para comprarse dos game boys diferentes, a pesar de que ya tiene una consola.
Fabio es un chico emocionalmente inmaduro que presenta una importante dificultad para conectar y expresar sus sentimientos, así como falta de recursos para relacionarse y comunicarse. Los padres, que presentan también cierta cerrazón (por ejemplo, cuando deciden que en casa no entrará ningún ordenador), se sienten hondamente decepcionados por tener este hijo que no se esfuerza ni se interesa por nada, es tan arisco y dependiente. Consideran que en el colegio lo «pasan» de curso sin tener el nivel ya que ellos no le han visto nunca estudiar, aspecto no corroborado por la escuela. Se les ve crispados, destacando el tono de sorna, sobre todo de la madre, que, a pesar de sufrir una enfermedad muscular crónica que le provoca dolor y rigidez, no suele hablar de ella, como tampoco es capaz de ir más allá de la conducta del chico, ni mostrar empatía frente a su abatimiento, temores y falta de recursos que lo llevan a aislarse; ambos padres presentan grandes dificultades para poder valorar alguna cosa de él y apoyarlo adoptando una actitud de resignación.
Considero en este caso que no se trata de una adicción, si bien podría derivar hacia ella en la medida en la que este chico esté tan poco apoyado, se vaya retrayendo cada vez más, no se le ayude a desarrollar más recursos relacionales y de intercambio con los iguales, y se le permita que se refugie en los juegos como la única cosa en la que se siente hábil, controla y le proporciona una satisfacción.
Cuando el abandono de los mecanismos infantiles de funcionamiento se hace especialmente costoso y el adolescente se siente muy inseguro delante de la etapa que inicia, se engancha de forma regresiva al mundo lúdico y se resiste a hacer cosas que no comporten una satisfacción inmediata. Los juegos de consola y de ordenador ofrecen la posibilidad de seguir recreando un mundo mágico y omnipotente en el que los límites de la realidad no están presentes. Sin embargo, algunos juegos comportan elementos de estrategia que estimulan el pensamiento; otros, con temática de deportes, favorecen los reflejos y la competitividad; todos ellos implican un componente relacional entre los afi cionados.
Hablemos del Messenger
Hace unos años, la manera de conectarse los adolescentes cuando no podían verse era el teléfono fijo; luego pasaron al móvil, al que se ha añadido la mensajería instantánea, o Messenger, que permite mantenerse en contacto permanente con los iguales (Balaguer, 2005). Con la pantalla del ordenador encendida de manera constante, se está en contacto con una o más personas al mismo tiempo. Se trata de una comunicación sincrónica entre diversos usuarios, conocidos entre ellos o a través de un amigo común. Interactúan escribiendo mensajes que llegan al destinatario de manera instantánea. También permite mostrarse ausente delante de los otros, pudiendo ver quién está conectado. Es una manera más de interacción con los iguales que intervendrá en la construcción de la identidad adolescente como tal.
Supone la recuperación de la comunicación a través de la palabra escrita, algo más activo que ver la televisión; el lenguaje que utilizan es absolutamente informal y lleno de abreviaturas como las de los mensajes de los móviles. También se mezclan símbolos a base de puntos, comas y paréntesis que expresan estados de ánimo que tienen el equivalente en unos dibujitos llamados emoticones, contracción entre ‘emotion’ e ‘icon’. Permite también intercambiar fotografías, así como verse y oírse si se dispone de webcam.
No se da importancia a la ortografía ni a la sintaxis, ya que lo que predomina es la inmediatez del intercambio, a veces de forma vertiginosa; hay que responder rápido, brevemente, y mantener el ritmo para que la otra persona no se despiste y se vaya o se centre en otro. No obstante, se pueden desarrollar contenidos, si bien la reflexión y la matización que permite el mail, aquí no es posible. Por encima de todo, lo que hay es una gran desinhibición al no estar “vis a vis”. El chat opera como un instrumento de entrenamiento en la comunicación efi caz en tiempos de atención lábil. Utilizando la menor cantidad de elementos, palabras y signos, se transmite la idea central. Hay que evitar la caída de la atención y transformarse en objeto zapping (Balaguer, 2005).
El chat es como una “lluvia de ideas” que tiende a liberar los comentarios, permitiendo que puedan surgir tanto chispas creativas como observaciones banales y fácilmente olvidables. Esta liberación desinhibida que brinda el chat, muchas veces hace sentir insatisfacción al salir de la conexión, ya que la realidad impone límites y sacrificios a los impulsos y en la que uno es visto con otros aspectos no tan controlables. Muchos adolescentes expresan sentirse cortados al expresarse en directo y, en cambio, chatean con mucha facilidad.
A continuación presentaré los casos de dos chicas muy contrapuestas en el uso que hacen del Messenger.
A la primera la llamaremos Laura. Tiene 14 años y recientemente está volviendo a faltar a la escuela. Vino derivada la pasada primavera por el servicio de urgencias de un gran hospital con el diagnóstico de depresión con amenaza de autólisis, a raíz de una discusión con los padres en los que pide que la madre le tiña los cabellos cuando ésta llega por la noche después del trabajo. La madre cede, pero el resultado no le gusta a la chica, y exige que se lo repita. Delante de la negativa de la madre, amenaza con tirarse por el balcón. Todo eso pasó poco tiempo después de que se iniciase sexualmente con un chico y que llegase a pensar que se había quedado embarazada y que, en este supuesto, él se desentendería.
Desde mi punto de vista, se trata de una chica que sufre un trastorno límite de personalidad por la dificultad para pensar, la impulsividad, la tendencia a actuar de manera inmediata y la importante negación y disociación de los afectos alternada con momentos en los que también puede conectar con el sufrimiento que siente por no ir a la escuela, no tener unos horarios y frente a su tendencia a la actuación que, entre otros cosas, la lleva a precipitarse en la relación con los chicos sintiéndose luego poco correspondida por ellos. Se explora la posibilidad de un abordaje psicoterapéutico y que los padres sean orientados por otro profesional del equipo, al tiempo que se indica una medicación. Se prevé también la posibilidad de abordaje en Hospital de Día. En este período exploratorio se pone de manifiesto el desbordamiento de los padres, que se ven incapaces de contenerla.
Es hija única y el padre es quien se ha cuidado más de ella, ya que la madre siempre ha trabajado hasta tarde; se trata de un hombre que siempre ha tenido dificultad para ponerle límites y que pierde los estribos con facilidad frente al carácter hostil, verbalmente agresivo y desafiante de su hija. La madre es una figura más próxima en cuanto a complicidad y diálogo, aunque tiende a aliarse con la chica y se muestra en desacuerdo con el padre. Laura sentía por aquel entonces del inicio de la consulta que por lo poco que quedaba de curso no valía la pena volver a la escuela, ya que había suspendido y esperaba repetir en un lugar nuevo, junto a su amiga inseparable. También le costaba levantarse por las mañanas, tanto por su descontrol horario –se conectaba a Internet hasta muy tarde– como por la medicación que tomaba.
En septiembre organizamos un tratamiento psicoterapéutico semanal. En casa seguían las situaciones extremas, ya que la chica no toleraba ninguna frustración. Solía exigir cosas como que la llevasen fuera de Barcelona a ver a su novio, que la dejaran dormir con él en casa, o, ponerse a chatear de madrugada. En una ocasión el padre se opuso y la chica le insultó de tal manera que él la cogió por los hombros para tratar de parar sus increpaciones, entonces la chica se puso a gritar como si le hubiese pegado con unos chillidos que despertaron a la madre que trató, como pudo, de calmar la situación.
Esta chica tiene muchas dificultades para contener la ansiedad, tolerar cualquier límite o frustración, y no está pudiendo seguir el ritmo de la nueva escuela, a pesar de que en la misma intentan ayudarla; ella misma no sabe si quiere volver al colegio anterior. La falta de relación con unos objetos sólidos y contenedores, al tener unos padres tan desbordados, así como la confusión y la dificultad para adquirir una autonomía adecuada a la edad la han llevado a lanzarse a conductas de riesgo de tipo sexual y actitudes desafiantes ante los adultos, padres y/o profesores, como si ésta fuera la auténtica independencia. Durante los dos trimestres del curso anterior en que no fue a la escuela se acostumbró a dormir, chatear y salir con los amigos de la calle, de los cuales habla de manera idealizada: “La calle está llena de gente que ni estudia ni trabaja y no les pasa nada”. Considera normal su situación y exige que no la obliguen a ir a la escuela y la dejen estar en casa con sus cosas y sus hábitos: dormir, chatear, modificar fotos, enviarlas, salir con los amigos, sobre todo chicos, a pesar de que estos “le fallan” a menudo… hasta que cumpla los 16 en que ya trabajará. Con los chicos tiene una relación muy fluctuante, que tiende a la promiscuidad. Fuma tabaco y también consume algunos porros. No puede con las cosas de su edad y se lanza a hacer cosas de más mayor en un ambiente de amigos y relaciones que considera que es el único que existe. El chat es la búsqueda desesperada de alguien que la pueda satisfacer, que pueda estar por ella de manera inmediata, una compañía omnipresente, ni que sea superfi cial, que no la censure, que le permita sumergirse en un mundo irreal y compensatorio, en un momento en el que no sabe como quiere ser ni hacia donde ir, sintiéndose con pocos recursos.
A la otra chica la llamaremos Judith: tiene 15 años y el motivo de consulta ha sido por ataques de ansiedad y mareos a lo largo del verano después de un curso –3º de ESO– que le ha costado mucho, pero que ha acabado bien. Refiere también que hace unos meses murió su bisabuelo mientras estaba solo con ella y que cuando se acabó el curso se lesionó la rodilla jugando a baloncesto. Eso alteró los planes de las vacaciones por lo que ha tenido que estar todo el verano en casa. La chica se describe a sí misma como intransigente, ya que si no le gusta una cosa, no lo puede disimular, lo tiene que decir y de forma drástica. A pesar de lo cual, es una chica esforzada que se vuelca hacia los otros, ya sean familia o amigos. Tiene un hermano de 19 años con el cual se entiende bien. Refiere que el verano ha sido muy duro porque no pudieron ir de vacaciones a la playa debido a su lesión y por cuestiones económicas de los padres. No podía salir con los amigos por lo que manifiesta que tuvo suerte al contar con el Messenger, ya que con el portátil encima de la cama podía estar conectada con los compañeros, que a principios de verano la iban a ver, pero después se dispersaron por aquí y por allá. Chateaba tanto que incluso sufrió una contractura en el cuello.
Los padres son también personas ansiosas que expresan de forma honesta su tendencia a vivir las cosas con un exceso de temores. Asimismo, son personas sensibles y preocupadas por los hijos. Refieren que están pasando un momento económicamente difícil que influye en la desazón de todos ellos.
La sintomatología ansiosa ha remitido a lo largo de las entrevistas exploratorias, por lo cual concretamos un trabajo de seguimiento con la chica para ayudarla en la intransigencia que presenta y para que pueda centrarse más en ella misma. En la actualidad se conecta al Messenger los fines de semana y diariamente tan solo media hora, cuando ya ha acabado de estudiar.
Aún no existe en el DSM-IV un apartado que hable de las adicciones conductuales, pero se considera que pronto lo habrá. Hay quien habla de trastorno del control de los impulsos y otros son partidarios de considerarlo como una adicción. También merece la pena hacerse la siguiente pregunta: los internautas tienen problemas porque se conectan más o se conectan más porque tienen problemas?
Estamos evolucionando de la sociedad de la información a la de la conversación, más afectiva y femenina. La dedicación a Internet puede ser excesiva porque se adapta a las necesidades de comunicación actuales y porque no se trata de estar excluido de la dinámica social. El chat con amigos o desconocidos y los juegos de rol son los que generan más riesgo de adicción.
Se hace necesario diferenciar entre el uso exclusivo, el uso abusivo, el uso compulsivo y el uso que implica dependencia de Internet.
Querría mencionar el último libro del Dr. Joan Coderch, Pluralidad y diálogo en psicoanálisis, que en el capítulo sobre narcisismo y sociedad habla de las personalidades inconscientes de tipo infantil, intolerantes a la espera, que exigen gratifi cación inmediata de necesidades y de pseudonecesidades, con la boca siempre abierta para ingerir todo tipo de bienes de consumo, drogas y todo aquello que da satisfacción, con un alto nivel de demanda hacia los otros y hacia la sociedad, entendida como omnipotente y que les tiene que dar todo sin tener en cuenta el que también se espera de ellos. Estiman los productos del objeto –lo que es satisfactorio y deseable– y rechazan el reconocimiento y la dependencia del objeto.
Considera que la característica más notable de nuestra sociedad es la tendencia a negar la ansiedad de separación y la espera cuando la ausencia del objeto necesitado es el que pone en funcionamiento el pensamiento y, en concreto, el pensamiento reflexivo sobre la propia emocionalidad. Considera que son muchos los mecanismos dirigidos a anular las ansiedades de separación y unos de ellos son los actuales instrumentos técnicos –televisión, teléfonos móviles, Internet, medios de comunicación, etc.–, que permiten tener siempre a mano una realidad virtual que no se hace esperar. Por eso se ha extendido el fenómeno de adicción en adolescentes y adultos a consumir largas horas chateando por Internet, medio en el que los límites desaparecen, las fronteras se borran, la realidad externa pierde fuerza y se hace innecesaria. Se buscan caminos para evitarla y renunciar a ella. Es posible mantener relaciones con desconocidos de todo el mundo, sin necesidad de establecer contacto con los vecinos o los compañeros, que exigirían una correspondencia.
Sigue diciendo que la realidad es la enemiga mortal del narcisismo, ya que hunde las fantasías de omnipotencia y subraya la dependencia, ya que pone de relieve los límites propios y la necesidad del objeto, de los otros.
Y, por último, el caso de Carol, una chica de 15 años que refiere que no quiere comer y que los compañeros de clase la llaman gorda. Mide 1,64 m y pesa 60 kg. Se ha adelgazado 6 kilos en un mes. De su cuerpo no le gusta nada. En cuanto al carácter, a veces se gusta y a veces no cuando contesta con malas maneras, como cuando está en el ordenador y su padre le dice que lo deje, sin que pueda despedirse de los amigos. Ha acabado mal 2º de ESO: se ha presentado a los exámenes de sufi ciencia, pero cree que repetirá curso. Estudia memorizando porque algunas cosas no las entiende aunque después se le olvidan. Tiene una perra pequeña y a veces acompaña a su madre cuando la pasea; no quiere ir al gimnasio: antes iba con la madre, pero ésta se ha borrado. Sale con un grupo de chicas al que, en ocasiones, se añade un chico. Van a pasear o al cine. Como aficiones le gusta ver la televisión, el ordenador, escuchar música y la natación, si bien sólo la practicó de los 6 a los 7 años.
En la entrevista con los padres, ellos dicen que a menudo está en Internet en páginas como una que se llama “Vota mi cuerpo”, en que chicos y chicas envían sus fotos y toda España vota. Siempre ha sido una niña rara, maniática, llena de complejos. De pequeña hacía pataletas por todo, decía que la gente, en la calle o en el metro la miraban a los ojos. No cena con los padres porque está en el ordenador y no hay quien la saque, se ríe de ellos. No saben qué hacer. Es cruel, despectiva y arisca con ellos desde que era pequeña, como si no los necesitase.
Carol es una chica bastante inmadura en todos los aspectos, que no ha tolerado nunca los límites ni la dependencia que le permitiese obtener una seguridad ante los temores que sufría. Los padres han sido figuras débiles que no han sabido contenerla a ningún nivel: primero optaron por estar mucho encima en todo y, desde la adolescencia, la han dejado estar porque no podían con ella. Carol tiene dificultades para pensar y asimilar los contenidos escolares que pretende aprender de memoria. Se aleja de los padres con menosprecio, haciendo ver que no los necesita y buscando desesperadamente compañeros en la red con los cuales intercambiar fotos. Al no sentirse bien con su cuerpo ni con su carácter, busca en el Messenger y en los blogs una salida a su insatisfacción, una validación y orientación de cómo tiene que ser, pero basada en su aspecto externo.
Nos encontramos con un nuevo desafío en la clínica. Hay quien describe el ordenador como un objeto transicional entre el yo y el no-yo, por la extrema vinculación que se puede llegar a tener y por la sustitución de la realidad externa que puede comportar.
En los casos clínicos que he presentado, se observa en tres de ellos que se trata de hijos únicos y que por tanto no tienen la posibilidad de compartir con hermanos; eso puede generar más expectativas de los padres concentradas en este único hijo.
Pero también podemos pensar en padres que se han conformado con un solo hijo por alguna razón, quizá por una disposición o un deseo limitados, o bien por una conciencia realista de sus propios recursos y límites ante una tarea tan exigente y compleja como es la de educar y hacer crecer a un hijo.
De hecho, podríamos decir que en cada época han habido cosas del mundo externo que han influido o han estado presentes en la clínica, desde la irrupción de la estética manga, los dibujos de Bola de Dragón, la profusión de canales de televisión, programas de gran audiencia como Gran hermano, los tagamochis…, pero Internet tiene un potencial grandioso, tanto para lo positivo como para lo negativo.