Ante la información publicada en los pasados días acerca de la reacción de las asociaciones profesionales al Plan de Acción de Salud Mental 2025-2027, desde SEPYPNA quisiéramos manifestar nuestro apoyo a dicho Plan, ya que su filosofía y la mayoría de sus planteamientos encajan con nuestra forma de entender la Salud Mental y su cuidado en general, y la infanto-juvenil en particular.
Quisiéramos además compartir las siguientes reflexiones:
– El proyecto de redacción del Plan se ha llevado a cabo desde el principio con una filosofía de colaboración y participación de la mayoría de las asociaciones y sociedades relacionadas con la Salud Mental; mantuvimos una coordinación telemática y se nos propuso la opción de revisar el texto preliminar hace unos meses, lo cual valoramos positivamente. Sin embargo, la realidad es que, al menos hasta donde tenemos noticia en SEPYPNA, no se nos hizo llegar el último borrador previo a su publicación, por lo que el malestar que manifiestan algunos de los miembros del comité técnico en este sentido nos parece comprensible, y es compartido.
– El Plan, sin embargo, es una buena propuesta para mejorar la calidad y modernización de la atención en Salud Mental en España. Incluye, entre otras, una propuesta clara de refuerzo de los recursos humanos, que es la principal medida, en nuestra opinión, para poder alcanzar el resto de los objetivos. Sin el fortalecimiento de las plantillas interdisciplinares se hace imposible lograr una verdadera perspectiva de Salud Mental Comunitaria: si bien es cierto que el modelo comunitario se puso en marcha en España hace décadas, y que ha habido grandes avances, es evidente que queda mucho trabajo por hacer, tanto a nivel de organización asistencial, como de actuaciones específicas y de creación de recursos comunitarios. Sólo así se pueden abordar los trastornos complejos, luchar contra el estigma, optimizar los tratamientos y evitar la institucionalización, en aquellos casos en que no es imprescindible. Y sólo desde lo comunitario pueden llevarse a cabo los objetivos de prevención, tan importante en Salud Mental Infanto-juvenil, mediante programas de salud perinatal, atención a familias, cuidado de las prácticas de crianza, etc. De hecho, echamos en falta en el texto un llamamiento decidido por la creación de recursos asistenciales extrahospitalarios, especialmente en territorios donde existe una notable escasez, y en especial en el apartado de infancia y adolescencia.
– Con respecto a la discusión en torno al término “de-prescripción”, compartimos la idea de que es un concepto que se incluye dentro del más amplio “uso adecuado de los psicofármacos” pero, siendo así, es un objetivo con entidad suficiente como para ser subrayado. Es evidente que las tasas de prescripción de psicofármacos en nuestro país están alcanzando niveles alarmantes en los últimos años, y que hay una clara dificultad para la retirada de fármacos prescritos, en Atención Primaria y Especializada, cuando así lo permite la evolución. Sensibilizar y formar a los profesionales en este proceso es desde luego necesario. Y es una realidad innegable que, en parte, la elevada tasa de prescripción actual está relacionada con la organización de los servicios, con la aún insuficiente formación de los profesionales en psicoterapia, además de con el ya mencionado déficit en las plantillas de los equipos, que no siempre tienen la opción y el tiempo de ofrecer a los pacientes el tratamiento integral que se recomienda en las guías clínicas. Más aún cuando el número de psicólogos clínicos es igualmente insuficiente, por lo que el acceso a la psicoterapia de calidad es casi imposible, al menos así es en las Unidades de Salud Mental Infantojuvenil de gran parte del territorio. Y afirmar todo esto no implica, en absoluto, negar el hecho de que algunos pacientes con trastornos mentales graves requieren tratamientos farmacológicos crónicos, de mantenimiento, sin los cuales su evolución se resentiría.
– Nos parece lamentable que, de nuevo, el necesario debate público sobre la importancia de la Salud Mental se transforme, a través de los medios de comunicación, en una batalla entre posiciones polarizadas y dicotómicas, entre ideologías políticas y asistenciales que poco tiene que ver con la realidad de la mayoría de los profesionales, de los pacientes y sus familiares. Creemos que es muy peligroso hacer afirmaciones rotundas acerca de la medicación, la contención, la psicoterapia o la institucionalización… Cualquier profesional de la Salud Mental que atienda pacientes y familias, y que no esté sesgado por una ideología (política o asistencial), sabe que la relación terapéutica con el paciente es la base de cualquier abordaje, que los fármacos son fundamentales para tratar a algunos pacientes, pero también que hay formas perniciosas de usarlos; de la misma manera que sabe que la contención y las prácticas que limitan puntualmente la autonomía de los pacientes se aplican a veces de forma inapropiada, y que requieren una buena formación de los profesionales para que se utilicen sólo en situaciones excepcionales y que, ojalá pronto, puedan no ser necesarias.
Con estas y otras reflexiones en mente, desde SEPYPNA apoyamos la puesta en marcha del Plan de Acción de Salud Mental 2025-2027, a la vez que abogamos por mantener abierto el debate, desde la defensa de las ideas y desde la sensatez, por apoyarnos en la mirada bio-psico-social de la Salud Mental, y por defender que su cuidado, siempre multidisciplinar, sea una prioridad en la agenda política.