Study of the relationship between “self” of the childrem and adolescents who attende treatment at children and youth mental health unit and “self”of their parents
Mª Luisa Gutiérrez López
Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil de Área Hospitalaria de Valme.
Carmen Almeida González
Departamento de estadística del Hospital de Valme. Área Hospitalaria de Valme Dos Hermanas (Sevilla).
RESUMEN
El objetivo de esta investigación ha sido profundizar en el conocimiento de la relación entre la “imagen de sí” de los niños y adolescentes que acudieron a tratamiento a una Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil y la “imagen de sí” de sus padres, en los aspectos cognitivos, conductuales y emocionales. Estudio observacional que incluyó análisis descriptivo, tablas de contingencia y prueba de homogeneidad marginal, o prueba de McNemar. Se observó como hijos y padres presentan mejor imagen al respecto de sí, que al respecto de la imagen que creían dar a lo demás, además se sintieron poco valorados por padres, profesores y compañeros, y extraordinariamente bien valorados por sus abuelos. Ambos tenían una mala imagen en relación a cómo se comportan y los padres, se mostraron especialmente nerviosos al hablar de sí mismos. El ahondar en el conocimiento de esta relación permitió obtener una herramienta guía para la intervención psicoterapéutica.
PALABRAS CLAVES: Imagen de sí, self, autoestima, autoconcepto, autorrealización.
ABSTRACT
The research objective is made a careful study of knowledge the relationship between “self” of children and adolescents who attended treatment at Children and Youth Mental Health Unit, and “self” of their parents, in cognitive, behavioral and emotional issues. Observational study included descriptive analysis, contingency tables and marginal homogeneity test, or McNemar test. It could be observed that children and parents had better image about themselves, that the image they believed to give to the others. Furthermore, they felt under estimated by parents, teachers and peers, and extraordinary estimated by their grandparents. Both had a bad image about their behavior and father felt especially sad to talk about themselves. The focus on understanding of this relationship allowed obtaining a guiding tool for psychotherapeutic intervention.
KEY WORDS: self-image, self-esteem, self-concept, self-realization.
INTRODUCCIÓN
Intentar definir un fenómeno complejo como es la “imagen de sí” o “self” es tarea complicada. Se han realizado diversas descripciones del significado de este constructo multidimensional y de sus constituyentes a lo largo de la historia. La multidimensionalidad del self explica que cada teoría sobre él pueda aprenderlo en el aspecto congruente con la perspectiva paradigmática adoptada (Codina, 2005). Se diferencian así cuatro diferentes autorreferentes: la orientación cognitiva resalta los aspectos del autoconcepto, la psicoanalítica la autoestima, la del interaccionismo simbólico la autoimagen y la humanista, la autorrealización. Estos autorreferentes corresponden respectivamente a los fenómenos psicológicos de la cognición, emoción, rol-estatus y voluntad, haciendo alusión al conocer, sentir, representar y querer (Munné, 2000).
El primer autor que realiza una amplia descripción del self en su obra fue W. James en su libro The Principles of Psychology. A. Nosnik asegura que James asimila el Yo a la conciencia, al proceso de saber y sentir. Así postula James que es el Yo el que es consciente, el que conoce y piensa en el hombre. En este mismo acto de conocimiento del Yo, de introspección, el Yo distingue lo propio, lo mío, el sí-mismo (Nosnik, 1986).
Desde una perspectiva social de la psicología, G.H. Mead, representante de la escuela del interaccionismo simbólico habla de cómo la idea que tenemos sobre nosotros mismos es consecuencia de las evaluaciones que hacen las personas del entorno próximo. El individuo se convierte en objeto para sí, precisamente, porque se descubre adoptando las actitudes de los otros que están implicados en su conducta. En los primeros años, la información sobre sí mismo la recibe el niño de los padres y familiares próximos, a medida que crece aparecen otras personas significativas como los profesores y compañeros. Para él los “selves” sólo existen en relación a otros “selves” (Mead, 1925).
La escuela psicoanalítica contempla los aspectos emotivos del self. Destacan la importancia de la propia estima para una adecuada conducta social, afectiva e intelectual. La persona que no posee un concepto de sí adecuado no puede estar abierta a sus propias experiencias afectivas, especialmente a los aspectos desfavorables de su carácter. La falta de autoestima influye notablemente en el bienestar espiritual, en el propio nivel de satisfacción, y sobre todo en la propia salud y capacidad psíquica (Villa, 1992). A partir de S. Freud se configuran dos visiones diferentes del “sí mismo” en esta escuela. El propio S. Freud y posteriormente M. Klein y la escuela de las relaciones objetales, conciben el self como una estructura que se establece en relación con la percepción de uno mismo. Por otra parte, H. Kohut y autores posteriores como H.S. Sullivan, entienden el self en relación al desarrollo de la estructura de la personalidad.
S. Freud en el contexto de la segunda tópica, describe el sí mismo como aquello que sin ser yo se inviste de líbido narcisista y aparece como modelo. Define la autoestima como expresión de la magnitud del yo (Freud, 1914). M. Klein resalta la importancia de la influencias de la primeras relaciones, las tempranas relaciones emocionales con los padres, y con “nosotros mismos”. Somos todo lo bueno y lo malo que hemos pasado desde los primeros días; todo lo que hemos recibido del mundo externo, y sentido en el mundo interno (Klein, 1937). D.W. Winnicott sitúa el surgimiento del “sí mismo” antes de los 5-6 meses. Asegura que para su consolidación es necesario que un ser humano (la madre) se tome el trabajo de traerle al niño el mundo de manera constante, compresible, limitada y adecuada a las necesidades del bebe. Haciendo aquí referencia a lo importante e imprescindible del otro (Winnicot, 1945). Según S.A. Michell para Winnicott la adquisición de un fuerte sentimiento del self es el principal logro del desarrollo temprano normal (Mitchell, 1993).
H. Kohut, fundador de la escuela del self, ampliando la visión freuidiana asegura que algunos pacientes no sufren por conflictos relacionados con pulsiones y defensas, sino por deficiencias en el sentido del self, que experimentan como algo frágil, carente de cohesión e integridad (Mitchell, 1993). Sullivan propone una teoría social de la mente, en la que el niño adquiere el concepto de sí por medio de un proceso de “imitación”, a través del que incorpora en sus propios esquemas la conducta y actitudes de las personas que son importantes para él. Sostiene la particular sensibilidad del infante a los estados afectivos de las personas que se encuentra en su entorno inmediato. A esta conexión la denominó “empatía” y permite al niño adecuarse a un espacio inmediato, permeado por los rasgos caracterológicos de personalidad y ansiedad de las personas significativas, que lo llevan a limitar sus potencialidades, generando un desarrollo que se limita al perfil psíquico construido en la relación con sus padres (Sullivan, 1974).
Desde otro punto de vista, la perspectiva humanista define al hombre como un producto de su ambiente, poniendo el acento en las vivencias conscientes, explicando el actuar desde metas e intenciones. A.H. Maslow desarrolla la teoría de la autorrealización; la motivación innata en todo ser humano es realizar su potencial, desarrollar sus aptitudes y capacidades para lograr así una sensación de plenitud. El hombre a medida que satisface sus necesidades básicas o primarias (fisiológicas, de seguridad, sociales y autoestima), adquiere otras más elevadas, las necesidades secundarias (autorrealización y trascendencia) ocupando estas el predominio de su comportamiento. La autorrealización implica que hay un sí mismo que se actualiza. Existe un sí mismo en el ser humano al que hay que dejar que emerja “escuchar las voces del impulso” y no aquellas voces introyectadas de mama, papa, los mayores, la autoridad o tradición (Maslow, 1971).
Un autor brillante y con aportación fundamental en la configuración del ser como persona es J. Bowlby. En su teoría del apego preconiza la necesidad universal que tienen los seres humanos de crear vínculos afectivos. En estos vínculos se identifica y crea su propio ser. Al hablar de la relación entre madre e hijo comenta como las características básicas del bebe pueden influir en el modo en que la madre le cuida, pero también subraya como las características de la madre pueden influir en las reacciones del bebe hacia ella. Lo que la madre aporta a la situación es mucho más complejo: no sólo tiene que ver con su equipo congénito, sino también, con una historia larga de relaciones interpersonales, en su familia de origen, así como la influencia en mucho tiempo de los valores y las prácticas de su cultura (Bowlby, 1969). P. Fonagy, uno de sus seguidores, hablando del desarrollo del sí mismo en relación a los sentimientos asegura que las tempranas experiencias de acceso flexible a los sentimientos propios son consideradas como formativas. El sentimiento autónomo del self emerge completamente a partir de relaciones seguras entre los padres y el infante. El niño con apego seguro percibe en la actitud reflexiva de su cuidador una imagen de sí mismo como deseante y con creencias. Ve que el cuidador lo representa a él como un ser intencional, y esta representación es internalizada para formar el self (Fonagy, 1999).
Desde la perspectiva cognitivo-conductual, S. Machargo, según refiere A. Villa, define el término “autoconcepto” como el conjunto de actitudes que la persona tiene hacia sí misma, y como tal no son innatas, no se nace con un concepto propio determinado. Por el contrario, “se construye y define a lo largo del desarrollo por la influencia de las personas significativas del medio familiar, escolar y social, y como consecuencia de las propias experiencias de éxito y fracaso”. Tal actitud está constituida por tres componentes: cognitivo (conjunto de rasgos con los que se describe y guía su modo de ser la persona), afectivo (afectos y emociones que acompañan a la descripción de uno mismo) y conductuales (su conducta se guía por las cualidades, valores y actitudes que posee hacia sí misma)” (Villa, 1992).
Como resumen podría decirse que durante toda la vida se va configurando la imagen de sí en un juego de interrelaciones entre, el “uno mismo”; lo heredado y físico de lo que se dispone, lo que se piensa o se cree de lo que se es, lo que se actúa y se siente al respecto de sí. Y en otra dimensión, no menos importante, la “imagen de sí” se conforma en lo generado en “la interacción con el otro”; lo que se cree y se siente al respecto de lo que el otro ve, y lo que el otro pone de sí, con la propia apreciación de sí, su conducta y su sentir. Aspectos cognitivos, conductuales y emocionales propios y ajenos que se imbrican en una compleja y enmarañada red, a veces, como aspecto fundamental de la enfermedad inmanejable.
Este estudio pretende investigar sobre lo generado en “la interacción con el otro”, considerando relevante observar como la imagen de sí del niño y adolescente se relaciona con la imagen de sí de sus padres. Se quiere explorar al respecto de los aspectos cognitivos, conductuales y emocionales del sí mismo en hijos y padres, con la intensión de adquirir un mayor conocimiento de esta relación y con ello una guía para la intervención psicoterapéutica.
HIPÓTESIS:
El objetivo del presente estudio es profundizar en el conocimiento de la relación entre la “imagen de sí” de los niños y adolescentes que acudieron a tratamiento a una Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil y la “imagen de sí” de sus padres. Se pretende demostrar como la imagen de sí de los padres en el momento actual y en la infancia se relacionan con la imagen de sí del niño, en los aspectos cognitivos, conductuales y emocionales.
MATERIAL Y MÉTODO SUJETOS
La población a estudio se reunió de pacientes entre 5 y 18 años que fueron derivados para evaluación y tratamiento a la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil del Hospital de Valme entre los meses de Junio a Septiembre del año 2009. Se incluyeron 15 niños y sus padres, muestra abierta, intencionada, seleccionados por orden de llegada. Fueron aceptados pacientes con cualquier diagnóstico CIE-10 y tratamiento.
PROCEDIMIENTO DE LA INTERVENCIÓN
En la primera entrevista se llevó a cabo la recogida de los datos socio-demográficos y se realizó una detallada historia clínica. En la segunda o tercera entrevista, con el objeto de estudiar la relación entre la imagen de sí de los niños y sus padres, se aplicó al niño y a uno de sus padres el cuestionario de evaluación diseñado específicamente para este estudio (Fig.1). Se eligió de ambos padres aquel que ellos mismos identificaban como más parecido a su hijo. Se solicitó a los padres el consentimiento verbal.
ANALISIS ESTADÍSTICO
El estudio estadístico incluyó un análisis descriptivo en el que la edad se resumió con media y desviación típica y las variables cualitativas con porcentajes. Para analizar si se produjeron cambios en las respuestas entre niños y padres en cada uno de los items del cuestionario, se realizaron tablas de contingencia y se aplicó la prueba de homogeneidad marginal, o la prueba de McNemar en el caso de items con sólo dos respuestas (Fig. 4-6). El análisis de los datos se realizó con el programa estadístico SPSS 17.0 para Windows.
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Fue diseñado un cuestionario para la evaluación del “sí mismo” en el que se agrupaban las variables principales, codificando la respuesta de las variables cualitativas de forma numérica. Los ítems 1, 2 y 3 recogían la información de la variable “imagen de sí” al respecto de sí mismo y de sus iguales (hermanos y compañeros). Del 4 al 8 items se atiende a la imagen que se cree dar a los demás (padres, abuelos, profesores y compañeros), el ítems 9, recoge el aspecto conductual, el ítems 10, la necesidad de cambio y el número 11, la afectividad acompañante durante la entrevista; incluyendo los sentimientos de tristeza, ansiedad, irritabilidad e incapacidad. Se utilizó el mismo cuestionario para los niños y sus padres. Para los padres se recogió información de cómo ellos se valoraban a sí mismos en el momento actual y en la infancia.
RESULTADOS
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La distribución muestral en cuanto a las variables demográficas; cuantitativa “edad” y la cualitativa “sexo” quedan recogidas en la Fig.2. La media de edad en infantes fue de 8,69 años, con un mínimo de 5 años y máximo de 13 años. Respecto al sexo, el 87 % fueron niños y el 13% niñas. De los padres el 60% hombres y el 40 % mujeres.
Los pacientes que compusieron la muestra cumplieron criterios diagnósticos CIE-10 para los trastornos mentales representados en la Fig.3. El diagnóstico más frecuente fue el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) (60%), en segundo lugar el trastornos adaptativo y el trastorno de ansiedad generalizada (13,3%) y por último, el trastorno obsesivo-compulsivo (6,6%).
En relación a los resultados de la aplicación del cuestionario se observó, la existencia de relación entre la imagen de sí de los niños o adolescentes y sus padres. Al realizar un análisis pormenorizado se advirtió:
Item 1: ¿Te gusta tal como eres? Los niños se gustan tal como son en un 66,7%. Los padres tienen peor imagen de sí mismo en la infancia que sus hijos. La diferencia se acercó a la significación con p=0,059. Se evidencia como el 60% de los padres en la infancia se valoran regular o poco, frente al 33% de los niños que se valoran regular o poco. Los padres tienen peor imagen de sí mismo en la infancia que en la vida adulta de manera significativa (p=0,035), al comparar porcentajes, el 60% se valoran regular o poco en la infancia frente al 40 % en la vida adulta.
Items 2: ¿Cómo te ves en comparación con tus hermanos? El 66,7% de los niños se veían mejor o igual que sus hermanos. Al comparar con los padres en la infancia estos se veían peor que sus hermanos en un 33,3% frente a los niños que sólo lo hacían en un 13,3%. Tenían porcentajes semejantes al comparar los padres en la infancia y adultez.
Item 3: ¿Cómo te ves en comparación con tus compañeros? Un 40% de los niños se veían peor que sus compañeros. El 20% se veían mejor que los compañeros. Solo el 6,7% de los padres en la infancia se veía mejor que sus compañeros. Los padres en la vida adulta mejoran la imagen frente a sus compañeros de manera significativa (p<0,05).
Item 4: ¿Crees que le gustas a los demás? El 60% de los niños se ve valorado por los demás regular o mal. Los padres en la infancia se ven peor valorados que los niños al respecto de los demás 73,3%. Los padres en la edad adulta se ven valorados regular o mal en un 86,7%.
Item 5: ¿Cómo crees que te ven tus padres? Un 53 % de los niños se ven valorados regular o mal por sus padres. Los niños y los padres en su infancia se ven bien valorados por sus padres en igual porcentaje 46,7%. Es llamativo que los padres en la edad adulta se ven valorados regular o mal por sus padres en un 71,4%.
Items 6: ¿Cómo crees que te ven tus abuelos? Los niños se ven bien valorados por sus abuelos en un 73,3%. Los padres se sintieron bien valorados por sus abuelos tanto en la infancia como en la edad adulta en un 60%.
Item 7: ¿Y tus profesores? o ¿Y tus jefes? Los niños se ven poco valorados por sus profesores en un 60% de los casos. Los padres en la infancia se sienten regular o poco valorados por los profesores en un 46,7%. Los padres en la edad adulta se sienten bien valorados por sus jefes en un 86,7% en un porcentaje estadísticamente significativo (p = 0,021) al compararlo con sus hijos, que lo hacen frente a sus profesores en un porcentaje mucho menor, 40%.
Item 8: ¿y tus compañeros y amigos? Los niños se sienten valorados regular o poco por sus amigos en un 53,3%, en la misma medida que sus padres. Los padres en la infancia se sentía mejor valorados por sus amigos que los niños, el 66,7% frente al 46,7% de los niños. Los padres en la edad adulta se sienten mejor valorados por sus amigos que sus hijos, un 73,3%, frente al 46 % de los niños.
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Item 9: ¿Te gusta cómo te comportas? Los niños refieren comportarse regular o mal en un 73,3%. Los padres en la infancia refieren comportarse regular o mal en un 80%. Los padres en la vida adulta regular o mal en un 60%.
Item 10: ¿Cambiarías algo de ti mismo? Los niños cambiarían poco de sí mismos en un 40%. Los padres en la infancia cambiarían mucho o regular en un 73,3%. En la vida adulta lo harían en un 80%, siendo esta diferencia estadísticamente significativa (p<0,05) al compararlo con sus hijos.
Item 11:
mo? Los niños reconocieron sentirse tristes (66,7%) e incapaces (53,3%). Los padres tristes (86,7%) y nerviosos (86,7%). Se aprecia significación (p<0,05) en relación a sentirse “nervioso”. Los niños se sienten tranquilos en un 60%, frente a sus padres que se muestran tranquilos en sólo un 20%.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
La importancia del concepto de “sí mismo” o self es incuestionable en relación al funcionamiento psicodinámico del ser humano. Por tanto, es necesario profundizar en el conocimiento del significado de este constructo para facilitar el manejo, la evaluación, el diagnóstico y posterior intervención psicoterapéutica de los niños y adolescentes que acuden a tratamiento.
En el estudio aquí presentado, para seleccionar el padre de la pareja al que se le aplicaría el cuestionario, se pidió que identificaran aquel de ambos que tuviese más parecido a su hijo desde el punto de vista psíquico. Fue curioso observar como el niño, en muchas ocasiones, era identificado con el miembro de la pareja más débil, el de peor carácter, el más conflictivo o aquel que presentaba alguna dificultad en las relaciones interpersonales. Manejaban el fantasma de la enfermedad mental con su hijo tal como lo habían hecho consigo mismo o lo habían temido de su pareja. F. A. Mitchell hace referencia a esta cuestión cuando refiere que cada bebe cuenta con toda una serie de posibilidades; las interacciones con las personas significativas disminuyen sus capacidades de elegir. Uno no puede transformarse en una persona en lo abstracto; lo logra adoptando una forma específica y bien delimitada y esa forma se adquiere en la interacción con las dotes temperamentales del bebé y los perfiles del carácter y las fantasías de los padres (Mitchell, 1993).
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Se observa en relación a variables demográficas el predominio del sexo masculino tanto en la muestra de niños (87%) como de sus padres (60%) pudiendo esto estar en relación con la orientación diagnóstica, un 60% de los niños tenían como orientación diagnóstica el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), donde la diferencia de prevalencia por género es de 9 a 1 para el sexo masculino (Cardo, 2005).
Aludiendo ahora a los aspectos cognitivos del sí mismo, se advierte que hijos y padres coinciden en tener mejor imagen al respecto de sí mismos, que al respecto de la imagen que creen dar a los demás. Puede esto estar en relación con los mecanismos de supervivencia y defensa de la integridad propia. Mecanismos bien descritos por S. Freud cuando comenta que una parte en la autoestima es primaria: residuo del narcisismo infantil; otra procede de la omnipotencia confirmada por la experiencia; y una tercera, de la satisfacción de la líbido objetal (Freud, 1914).
Es importante resaltar como los hijos se sienten poco valorados por sus padres, profesores y compañeros en un alto porcentaje. Reflejando esto lo ya anteriormente referido de la relevancia de estas figuras en la configuración del sí mismo en las edades que incluye la muestra.
Haciendo alusión a la manera en la que se perciben los padres decir que parecen tener peor imagen de sí que sus hijos en algunos aspectos: tienen peor imagen de sí que sus hijos cuando hablan de su infancia, y tanto en la infancia como en la edad adulta creen dar una mala imagen a los demás. Esto coincide con el estudio realizado por N.I. González y M. Gil que respaldan la evidencia empírica que informa de una relación significativa respecto a las estructuras de autoconcepto y autoestima entre madres e hijos. Encuentran que al comparar los rasgos con los que se describen las madres y sus respectivos hijos de dos muestras diferentes, una española y la otra mejicana, las madres mejicanas tienen una autoestima más favorable que sus hijos y las madres españolas poseen una autoestima ligeramente menos favorable que sus respectivos hijos (González, 2006).
Otro aspecto interesante es como los padres tienen peor imagen de sí en la infancia que en la vida adulta. L’Écuyer citado por M.C. Aguilar asegura que el concepto de sí mismo varía con la edad. En la vida adulta, los padres se sienten especialmente mejor valorados por sus jefes y compañeros de trabajo. Tal vez el trascurrir de los años, y con ello, el desarrollo de la vida laboral y social proporciona la adquisición de mayor seguridad en este ámbito (Aguilar, 2003).
Una particularidad a señalar, es relativo a como hijos y padres se sienten especialmente bien valorados por sus abuelos, presentándose ésta como la relación más beneficiosa. M. Bowen cuando habla en relación a la definición del sí mismo en la familia de origen resalta la importancia de la relación del niño con la familia extensa, asegurando que al mejorar la frecuencia y la calidad del contacto emocional con la familia extensa, mejora el nivel de adaptación de la familia (Bowen, 1979).
Destacar al respecto de los aspectos conductuales del sí mismo como hijos y padres se valoran de forma muy negativa en relación a la manera en cómo se comportan, sintiendo ambos especial necesidad de cambiar este aspecto. Esta observación puede estar matizada, al igual que el mayor porcentaje de hombres, por las características de la muestra, con un alto porcentaje de niños con TDAH, donde los trastornos conductuales definen el cuadro.
Referente a la afectividad A. Shore señala la relevancia fundamental de la dimensión afectiva de la experiencia desde el punto de vista del desarrollo del self (Shore, 1994). En la muestra aquí presentada se ve como hijos y padres se perciben tristes cuando hablan de sí. Los hijos más incapaces al habla de sí y los padres significativamente nerviosos. Se analizó en ambos la creencia en la necesidad de cambio, observándose mayor necesidad de cambio en los padres, a pesar de no ser ellos los que acudían para tratamiento.
Desde el punto de vista psicoterapéutico parece necesario aumentar la capacidad de los padres de observar y contener el sentir de los hijos, facilitando así la compresión general que los niños tienen de sí. P. Fonagy asegura que el proceso es intersubjetivo: el niño consigue conocer la mente del cuidador de acuerdo a cómo el cuidador intenta comprender y contener el estado mental del niño. No se nace con la capacidad de regular las propias reacciones emocionales. Un sistema regulador diádico se desarrolla en el que las señales de los niños de cambios en sus estados, momento a momento, son entendidos y respondidos por el cuidador permitiendo, de este modo, alcanzar la regulación de esos estados por sí mismo (Fonagy, 1999). Se ha demostrado además que para un óptimo desarrollo neurobiológico del niño es importante el mantenimiento de estados emocionales positivos en esta diada. La resonancia afectiva positiva crea un ambiente propicio para nuevos aprendizajes neuroquímicos que conduzcan a un óptimo desarrollo cerebral (Fosha, 2002).
A pesar de las deficiencias del estudio aquí presentado, la intención es que contribuya a un conocimiento más profundo de la relación entre los niños y sus padres y con ello, a un mejor manejo y una guía durante la intervención psicoterapéutica. Es imprescindible trabajar la manera en la que tanto hijos como padres se ven valorados por los demás, la valoración que los padres, profesores y compañeros hacen de estos niños y por otro lado, y tal vez con mayor intensidad que ningún otro aspecto, la manera en cómo se comportan. Prestar además atención al estado emocional de tristeza que hijos y padres refieren al hablar de sí mismo, a la sensación de incapacidad de los hijos y a lo nervioso que se muestran los padres cuando se les cuestiona sobre sí.
CONCLUSIONES
El reducido tamaño muestral y la aplicación de un cuestionario no validado hacen que los resultados no sean concluyentes, a pesar de lo cual:
- Parece confirmarse la existencia de relación entre la imagen de sí de los niños y adolescentes y sus padres
- Al comparar hijos y padres se observa:
a. Ambos tienen mejor imagen al respecto de sí mismos, que al respecto de la imagen que creen dar a los demás
b. Se veían más desfavorecidos al compararse con los compañeros, que cuando lo hacían con sus hermanos
c. Se sienten regular o mal valorados por padres y profesores
d. Se sienten especialmente bien valorados por sus abuelos
e. Se valoran de forma muy negativa en relación a la manera en cómo se comportan
f. Se sienten tristes al hablar de sí mismos - A resaltar de los hijos que:
a. Se sienten regular o mal valorados por sus profesores
b. Se sienten tristes e incapaces al habla de sí mismos - De los padres decir que:
a. Tienen peor imagen de sí que sus hijos cuando hablan de su infancia
c. Tienen peor imagen de sí en la infancia que en la vida adulta
d. Tanto en la infancia como en la edad adulta creen dar una mala imagen a los demás, en mayor medida que sus hijos.
e. En la vida adulta, se sienten especialmente mejor valorados por sus compañeros y jefes
f. Sienten mayor necesidad de cambio que sus hijos.
g. Se sienten especialmente nerviosos al hablar de sí mismos.
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