Alliance and opening of the therapeutic process in a three years old child wich was witnessed interparental violence. Work in a care center for children

Rafael Delgado Campos
Psicólogo de Centro de Atención a la Infancia del Ayuntamiento de Madrid. Psicólogo de la Asociación Centro de Apoyo al Menor. Abogado.

RESUMEN

Trabajo de intervención terapéutica realizado con una niña de tres años en un centro de protección a la infancia, la cual fue testigo de violencia interparental dando lugar a una serie de síntomas emocionales y conductuales perturbadores del equilibrio de la menor y de la adaptación a su realidad escolar y social. Puesta en práctica de un encuadre entendido como sostén terapéutico así como de una aptitud empática que permitiera la escucha de la resonancia en el terapeuta de las emociones perturbadoras para la niña y su devolución a la misma de forma tolerable. Ello permitió la instalación de una alianza terapéutica y la producción de un material a través de dibujos y asociaciones verbales y lúdicas que posibilitó el inicio del tratamiento donde había inhibición y bloqueo.

PALABRAS CLAVE: Alianza terapéutica, mantenimiento del encuadre, adaptación del analista, aptitud empática materna, resonancia emocional.

ABSTRACT

Therapeutic intervention work carried out with a three years old girl in a center for child protection, which was witnessed interparental violence resulting in a series of emotional and behavioral symptoms that disturb the balance of the minor and adapt to their school and social reality. Implementation of a support frame seen as a therapeutic as well as empathic ability that allowed listening to the resonance in the therapist of the disturbing emotions for the girl and their return to it so tolerable. This allowed the installation of a therapeutic alliance and the production of a material through drawings and verbal and leisure associations which made possible the beginning of treatment where there was inhibition and blocking.

KEYWORDS: Therapeutic Alliance, maintenance of the setting, adjustment of the analyst, empathic mother aptitude, emotional resonance.

CONTEXTO DE LA INTERVENCIÓN Y ANTECEDENTES.

La intervención desarrollada en el caso que se expone se encuadra en las coordenadas del sistema de protección de menores, unos de cuyos recursos son los Centros de Atención a la Infancia del Ayuntamiento de Madrid (CAI). Dichos órganos, tienen competencias en el área de protección en base a la Ley 6/1995 de 28 de marzo de Garantías de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia de la Comunidad de Madrid, y se concretan en la valoración de menores en riesgo y/o desprotección, propuestas de intervención psicosocial con el grupo familiar y desarrollo de las mismas. Y, en caso de no modificación de los factores de riesgo, propuesta de medida de protección al órgano con competencia decisoria en el ámbito territorial de la Comunidad Autónoma de Madrid, la Comisión de Tutela del Menor del Instituto Madrileño del Menor y la Familia. Los Centros de Atención a la Infancia municipales tienen una distribución interdistrital y están compuestos por equipos integrados por un psicólogo/a, un trabajador/a social y un educador/a social. El presente supuesto ocurre en un CAI de un distrito de Madrid.

El Equipo de Trabajo de Menores y Familia (E.T.M.F.), es un órgano de coordinación existente también en cada distrito y está compuesto por diferentes profesionales con competencias en menores, entre ellos el CAI como servicio especializado en infancia y familia, para la valoración colegiada e interdisciplinar de las situaciones de riesgo o desamparo en que pueden encontrarse los menores.

En dicha estructura se informaba de la existencia de un grupo familiar en el que había dos menores, a quienes llamaremos Manuela, de tres años y medio, y Paula, de dos años, las cuales convivían con la abuela paterna desde el nacimiento ante las dificultades parentales para hacerse cargo de modo directo y autónomo del cuidado de sus hijas. Entre los progenitores existía una relación de intensa conflictividad, dependencia y malos tratos recíprocos. Se expuso que debido a una disputa entre los progenitores, el padre ingresó en Hospital por infarto cerebral tras un corte en el cuello por arma blanca. La madre fue detenida y tras los primeros trámites judiciales, se acordó su ingreso cautelar en Centro Penitenciario hasta que tuviera lugar el juicio, debiendo calificarse la autoría de los hechos como presunta, en el momento del E.T.M.F., en consideración al derecho a la presunción de inocencia. Como consecuencia de la agresión las capacidades cognitivas y foniátricas del padre se vieron seriamente deterioradas. Tras el alta hospitalaria fue derivado a un centro de tratamiento y rehabilitación, conviviendo en el domicilio de la abuela con las hijas y una hermana mayor de edad. Manuela fue testigo presencial de lo ocurrido, manifestando en el periodo posterior a los hechos descritos pesadillas, temores nocturnos, llanto y dificultades de separación de la abuela en el ámbito doméstico, además de irritabilidad, llanto e inhibición en la escuela infantil a la que acudía.

Se acordó la derivación del caso al Centro de Atención a la Infancia para valoración de la situación personal de la menor y de la intervención conveniente así como para valorar la formalización del acogimiento de las menores solicitado por la abuela.

Tras las primeras entrevistas de valoración, se decide dar un espacio de apoyo terapéutico a Manuela mediante entrevistas. Dicho espacio será independiente de las entrevistas realizadas con objeto de valorar la pertinencia de formalizar el acogimiento.

ENTREVISTAS CON MANUELA

En la sesión inicial con Manuela, ésta se muestra con dificultades para separarse de su abuela. Se sitúa junto a la misma y permanece la mayor parte del tiempo sin distanciarse de ella. Su expresión es asustadiza, su mirada temerosa y su actitud inhibida. Los juguetes y material de pintar existentes en la sala no llaman su atención. Las asociaciones mentales que van surgiendo en el terapeuta tienen que ver con la fuerza traumática de la percepción por la menor de la agresión al padre, con un exceso de realidad y de violencia perturbador del equilibrio de la menor. También con el sentimiento de desamparo que debió sentir M. al verse privada de manera abrupta de la presencia y compañía de su madre y de su padre; la primera por la detención policial y decisión judicial de privación cautelar de libertad, y el segundo por la necesidad urgente de intervención médica.

El temor a una nueva separación de un familiar parece presente cuando viene a un sitio desconocido y se está con alguien extraño a la vez que evoca las ansiedades de separación de la época más temprana de su vida. Intento que dichos temores y ansiedades tengan acogida por mi aparato psíquico y entiendo que la forma en que Manuela puede sentir que me hago cargo de ellas y de su impacto traumático es respetar la forma en que puede presentarse junto a su abuela. No es tiempo de devoluciones esta primera sesión aunque sí de que pueda sentir que es un lugar de ayuda y comprensión y le indico que veo que su abuela es muy importante para ella y que estará aquí un ratito y luego se irá con ella. En otros días podrá volver a venir aquí, también con su abuela y cuando me vaya conociendo podremos jugar o dibujar para que yo comprenda como se siente y ayudarla a estar bien, y también se irá después con su abuela.

Manuela se mantiene en similar actitud en las siguientes dos sesiones, debiendo estar presente su abuela durante el desarrollo de las mismas. En éstas inicio juegos con muñecos o con marionetas poniendo en práctica un espacio lúdico en el que pudiera sentirse llamada a participar. Manuela observa mis intentos aunque parece mostrarse decidida a no intervenir. Cuando su abuela la invita a jugar conmigo su contestación siempre es la misma: “No” Siento que la negación condensa temor, inquietud y confusión y me parece desprovista de enojo u obstinación. Tras nuevas sesiones identifico en mí sentimientos de frustración y dudas sobre si es la forma adecuada de funcionar en las entrevistas. Pienso en que tales sentimientos deben venir también de Manuela y facilitan el entender un poco más el estado interno de la menor.

Las asociaciones que se me suscitan tras estas ideas se relacionan con la necesidad que la menor puede tener de mantenimiento constante de las condiciones en que tienen lugar las entrevistas como una manera de aportar elementos de estabilidad, necesarios en la etapa de pérdidas, frustraciones y dudas en que se haya Manuela. Es conocido que cualquier modificación en el encuadre despierta ansiedades intensas, desorganizantes, y, en las circunstancias sufridas por la menor adquirirían las mismas una importante calidad desestabilizadora.

A su vez se me presenta como útil el hecho de continuar respetando su necesidad de estar junto a su abuela.

Así transcurre otra sesión más.

En la quinta entrevista vuelvo a poner en práctica intentos de que se instale un espacio entre dos trayendo a la sesión el juego del garabato. Parecía fuera de duda que Manuela no estaba en un momento en el que fuera a transformar en algo el garabato que yo dibujara, de manera que diera lugar a una alternancia de dibujos en un proceso compartido. Pero sí se aparecía como una oportunidad para facilitar la comunicación con la niña y desbloquear su capacidad de jugar. Realicé varios garabatos hablando en voz alta de las figuras en que mis asociaciones las convertían de manera espontánea.

Empecé a tener la impresión de que en la mirada de Manuela, además de las sensaciones presentadas en las primeras sesiones, comenzaba a existir un matiz nuevo, quizá curiosidad.

Se animó y tomó dos lápices de colores, uno verde y otro azul. Realizó el dibujo número 1.

Era clara la necesidad de atender a las asociaciones de pensamiento de M. a partir de su primera producción y evitar hacer interpretaciones según el imaginario del terapeuta. Sin embargo dichas asociaciones no llegaban, al menos de manera verbal o lúdica ¿Y cómo podían entenderse las ideas que suscitaba el dibujo ofrecido por Manuela? ¿No había dos colores diferentes, enganchados y enfrentados? ¿Y un círculo no pequeño como un ojo asombrado que está observando dicha confrontación de colores? ¿No eran unos garabatos hechos con formas agudas y fuerte presión en el trazo? ¿No podía estar condensando el dibujo lo traumático vivenciado, la dimensión escópica en la que se produjo la percepción de la experiencia y la intensidad de las emociones a que ello dio lugar ya fueran angustia, miedo o rabia?

Quizá era necesario atender a las asociaciones propias, pensando que todas estas preguntas no eran sino una manifestación de la comunicación emocional de Manuela; la manera que, en este momento, tenía de poder hacer llegar su estado interno y la forma en que le hacía sentir. Puede que fuera pertinente poner a su disposición el aparato psíquico del terapeuta y sus funciones y facilitar palabras a lo que Manuela estaba ofreciendo, como una forma de mostrarle y compartir con ella que lo real presenciado podía transitar del significante del dibujo a lo simbólico de la palabra: “Creo que me quieres decir que viste algo, difícil de comprender, pero que te hizo sentir mal y todavía lo pasas mal.”

En la siguiente sesión Manuela aceptó volver a tomar las pinturas y dibujar. Mientras se hallaba dibujando, su abuela le dijo que iba al baño y que la esperaba fuera, tolerándolo su nieta. Ésta produjo una serie de dibujos con aparentes similitudes y con algún detalle diferenciador en alguno de éstos, tal y como se puede apreciar en la reproducción de los mismos. (Dibujos 2 a 7). Al ser preguntada por los elementos de los dibujos la niña se refirió a la raya que cortaba algunos de ellos verbalizando “pupa de papá”. Parecía verosímil que Manuela había realizado una serie de dibujos sobre la cabeza de su padre incluyendo en algunos la herida sufrida por el progenitor y observada por la menor. El ofrecimiento de este material debía ser acogido con otro ofrecimiento que diera a entender que se comprendía su comunicación y que se asumía su contenido, no siendo ella ya la única depositaria del impacto traumático percibido. “Ahora entiendo que estabas delante cuando papá sufrió la pupa y que lo viste, y que fue algo que te debió asustar mucho y que todavía te hace sentir mal.”

Las asociaciones inmediatas posteriores durante esta sesión se produjeron a través del dibujo y del juego y son las siguientes:

– Serie de dibujos en la pizarra realizados con tizas de dos clases:

– Con formas puntiagudas y agresivas, los cuales realiza repetidas veces utilizando una silla para llegar a partes de la pizarra donde no alcanzaba. ¿Podía ser una referencia a los sentimientos de rabia y hostilidad no expresados por haber percibido la agresión de la madre al padre, y que ahora sentía que podía liberar y afrontar de otra manera al hacerlo de forma compartida y presenciando que el otro no era desbordado por ello? Se pusieron palabras nombrando lo emocional que estaba dibujando en el sentido siguiente: “Veo que te da mucha rabia el haber visto lo que le pasó a papá”

– Con forma de garabato embrollado y lioso. ¿Constituía una expresión de su confusión por la situación familiar en la que se encontraba?: Abuela paterna que hace funciones de cuidado y provisión afectiva y material, como una madre; madre biológica a quien ha dejado de ver de forma abrupta y permanente, padre con discapacidad cognitiva y neuronal severa en el domicilio. Nuevamente se le ofrecieron palabras indicando que ahora comprendía lo liada que se encontraba por como son ahora las cosas en la familia.

– Edificación de dos torres con las piezas de una construcción, realizando acciones manuales para sostener las mismas y que pudieran crecer a lo alto, una más alta que otra. ¿Suponía dicho juego una referencia al crecimiento que podía seguir realizando ella a pesar de sus circunstancias actuales y, junto a la misma, su hermana menor, a quién traía en palabras al comienzo de la sesión diciendo a su abuela que estaba mala? Dicho juego fue también correspondido con palabras relativas a que estaba siendo capaz de hacer crecer las torres y que éstas se sostenían, sin caerse, y que me parecía que también las torres eran su hermana y ella que tenían ganas de seguir creciendo.

Manuela hizo un comentario acercándose el final de la sesión: “Ya no quiero dibujar más.”, acompañado de una expresión relajada en el rostro. El contacto con una experiencia en la que se podía afrontar el recuerdo traumático así como realizar una plasmación del mismo permitía experienciar que podía representar y tratar de elaborar lo traumático vivido. Ello podía suponer un primer paso en el camino de prevenir la instalación de mecanismos poco adaptativos como la evitación, y contactar con otros más avanzados, ensayados en la expresión pictórica o lúdica, que dejaran la puerta abierta a una posible instalación de mecanismos como la sublimación que permitan un mejor manejo en el futuro de la realidad que le ha tocado a Manuela.

 

INCIDENCIAS Y REFLEXIONES

Volviendo a pensar la evolución e incidencias de las primeras sesiones, algunas consideraciones aparecen como útiles a la hora de haber podido dar lugar a un comienzo donde había inhibición y bloqueo:

– Sostenimiento de la confianza en la consecución de una alianza terapéutica no obstante las aparentes condiciones de dificultad debidas a la corta edad de la niña o la afectación a nivel emocional debido al impacto traumático. Parecía que Manuela presentaba, en el momento de las sesiones iniciales, una capacidad de comprensión superior a su capacidad de expresión por las circunstancias descritas y que ello era suficiente para permitir una alianza terapéutica implícita en línea con lo teorizado por Didier Houzel. (Houzel, 2000) Dichos sostén y capacidad pudieron posibilitar el encuentro y la instalación de una gradual colaboración.

– Establecimiento de un encuadre en el sentido ofrecido por Winnicott, equivalente a sostén terapéutico (Winnicott, 1971). El posicionamiento no premeditado de las primeras sesiones de admitir la necesidad de Manuela de permanecer junto a su abuela y reconocer que era la única forma que ella tenía de enfrentar las cosas en aquel momento, quizá tenía que ver con la actitud analítica formulada por el autor británico de “adaptación suficientemente buena del analista” o un “portarse bien”. La constancia y estabilidad de las condiciones materiales de frecuencia, duración y espacio de las sesiones eran básicas como presupuesto del encuadre, si bien se aparece como un complemento indispensable del mismo la presencia de una actitud sostenida de tolerancia hacia sus negativas, en las cuales ofrecía su temor y confusión, y la permanencia del “psiquesoma” del terapeuta a pesar de la cualidad perturbadora de dichas emociones.

– Atención a las comunicaciones emocionales de Manuela y a la resonancia emocional que las mismas estaban originando en el terapeuta. El constituirse en depositario de la realidad psíquica que estaba perturbando a la niña, la observación contenedora de aquélla y la verbalización de sus vivencias de angustia y confusión sin sentirse desbordado, pudo dar lugar, quizá, a una sensación de comprensión en la menor y a la impresión de que podía hacerse frente a las emociones proyectadas. Todo ello en consonancia con intentar una relación en reverie con Manuela desde las propuestas de Wilfred R. Bion ensayando una capacidad empática materna que permitiera transformar los miedos y ansiedades impensables de la niña en elementos psíquicos pensables y más soportables. (Bion, 1962).

– El factor provisor del inicio de un espacio compartido pudo ser el señalamiento en los dibujos, y pudo llegarse a él por la combinación de dos elementos, tal y como argumenta Annie Anzieu: el reconocimiento del sufrimiento de Manuela y la utilización de la palabra en primera persona. (Anzieu, 2000). En el primer caso, mediante el señalamiento relativo a la angustia de Manuela (pasarlo mal, asustarse) que estaba dando lugar al sufrimiento manifestado en la sintomatología presentada. En el segundo caso, como una forma de transmitir que el terapeuta se hacía responsable personalmente de lo que la niña dejaba ver por primera vez, con su carga de violencia, que podía asumir dicha carga y contenerla a pesar del desbordamiento al que estaba dando lugar.

Dibujos

– Necesidad de encontrar un equilibrio entre el respeto a las posibilidades expresivas y representativas de Manuela derivadas de su edad y estado emocional, y la conveniencia de encontrar una conexión con la niña que permitiera el establecimiento de un espacio compartido y una dinámica transicional. Ante la falta de asociaciones verbales en su primer dibujo, ¿habría sido necesario esperar más hasta que las mismas llegaran en éste o, eventualmente, en otro dibujo? ¿No podría ser sentida esta espera ante el primer material ofrecido por Manuela como insensibilidad o inhibición? No obstante la necesidad de primar las asociaciones verbales respecto de los elementos del dibujo, en ocasiones las mismas no se producen. Una manera, entonces, de continuar puede ser, como recuerdan Blinder, Knobel y Siquier, la planteada por Guy Rosolato de “interrogar a la obra, intentar percibir su voz.” Y cómo aquéllos proponen para tales casos, pensar la interpretación del dibujo desde “…el impacto que su peculiar y específica encarnación nos produce, nos sobrecoge, a veces por los detalles, los rasgos…” y desde “…los significantes pictográficos que por su condición de no-simbolizables de otra manera (no procesados por el proceso secundario) están allí.” (Blinder, Knobel y Siquier, 2004)

La serie de dibujos sobre la cabeza del padre dio lugar a asociaciones de Manuela, en forma verbal y lúdica y permitieron entender, un poco más, cómo ella se estaba sintiendo. El respeto a las posibilidades representativas de la niña fue lo que determinó que se pusieran palabras al material que fue emergiendo: “pupa de papá” o juego de torres creciendo a lo alto, y que se fuera cauto respecto de otros detalles, sugerentes pero no desarrollados con asociaciones propias de Manuela como las piernas que aparecen en los dos últimos dibujos de la cabeza del padre.

– La puesta en palabras de lo que se pudo comunicar por Manuela a través de sus dibujos, y el ofrecimiento de una breve narrativa (haber visto algo; la hizo sentir mal; haber visto la pupa de papá, se asustó, le dio rabia, se siente liada, ganas de seguir creciendo) permitió tanto el reconocimiento de emociones y temores, como la localización de los mismos en un registro simbólico en la realidad intrapsíquica de la niña, más fácil de tolerar. En el sentido afirmado por Arminda Aberastury respecto de la imagen traumática el descubrir “cómo recrearla y retenerla mediante dibujos disminuye la angustia” (Aberastury, 1973). Y sin embargo, no era este espacio abierto el más importante en este momento, sino el relativo a descubrir que las cosas que le estaban pasando, cómo ella se estaba sintiendo era por algo, tenía un sentido y el darse cuenta de ello en una experiencia compartida le permitía sentirse aliviada de su sufrimiento y síntomas pudiendo continuar por este camino.

INTERVENCIÓN COMPLEMENTARIA

Desde otro profesional del equipo se abrió un espacio de intervención con la abuela de M, con objeto de que pudieran desplegarse determinadas cuestiones de necesaria incidencia en el acogimiento y para posibilitar un desarrollo del mismo lo más beneficioso para la menor:

Permitir el reconocimiento y expresión de sentimientos lógicos como la rabia y la animadversión hacia la madre de su nieta. Promover la reflexión sobre lo beneficioso que será para su nieta el que ella como acogedora distinga los sentimientos propios de los sentimientos que pueda ir desarrollando Manuela cuando vaya siendo consciente de las consecuencias de la agresión.

Sostén de la acogedora y ofrecimiento de un espacio para recoger los sentimientos de duelo derivados de la pérdida de su hijo en las condiciones de antes de la agresión.

Orientación en trámites administrativos y derivación a recursos competentes de cara al acceso al reconocimiento de la situación de incapacidad y dependencia de su hijo con el fin de que el padre de las menores pudiera beneficiarse de las pensiones y recursos de centros de día existentes.

Por otro lado, se realizaron coordinaciones con la Trabajadora Social del Centro Penitenciario donde se encontraba interna la madre con objeto de conocer la situación penitenciaria de la misma de cara a un posible escenario de comunicación maternofilial si el mismo resultaba beneficioso para Manuela y Paula.

BIBLIOGRAFIA

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